Se reúne Evelyn con miembros de la Jucopo del Congreso de Guerrero
CIUDAD DE MÉXICO., 30 de diciembre de 2018.- En el mundo se vive una etapa compleja para las relaciones internacionales, con tendencias hacia poderes personalistas y nacionalistas, y el surgimiento de movimientos de extrema derecha. Esos fenómenos, junto con el conservadurismo, no se pueden evitar, y serán los desafíos en materia de política exterior del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Manuel Martínez Justo, director de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la UNAM, indicó que la nueva administración federal deberá entenderse con todas las naciones y regiones, incluida América Latina, sumamente divida por posiciones político ideológicas: Argentina y Brasil en la derecha y extrema derecha; Bolivia, Venezuela y Ecuador en la izquierda; y al norte el poder personalista de Donald Trump al frente de Estados Unidos.
El ejecutivo federal tratará de tener buenas relaciones con todos, y procurará recuperar el liderazgo de México en Latinoamérica, consideró el doctor en Ciencias Políticas y Sociales, y maestro en Comercio y Finanzas Internacionales.
En ese sentido, las señales han sido propicias. Ejemplo de ello es que Trump envió a la toma de posesión de López Obrador a su hija Ivanka Trump -“muy cercana a él y a quien escucha”–, y al vicepresidente Mike Pence. “Eso, y su mensaje de felicitación, hablan de la intención del mandatario estadounidense de estar cercano a México, de una buena disposición para la relación bilateral”, opinó.
Martínez Justo, expresidente y ahora miembro del Consejo de Honor de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales, resaltó que es positivo que vinieran a la toma de posesión jefes de Estado de casi todos los países centroamericanos, y que se acercaran naciones que habían estado distantes, como Bolivia, Ecuador y Venezuela.
Además, consideró, el manejo político con el presidente Nicolás Maduro fue correcto: discreto, sin poner en el escaparate al mandatario venezolano.
Centroamérica ha enviado señales de cercanía y signos de que considera a México con un papel de liderazgo para resolver los problemas de la región. Esto se concretó el mismo 1 de diciembre, con la firma del Plan de Desarrollo Integral que firmaron los dirigentes de México, Guatemala, Honduras y El Salvador, con miras a trabajar en un esquema que atienda algunas de las causas del problema migratorio.
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