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Insensato regocijo
Querer sintetizar el dictamen histórico sobre la vida de Fidel Castro Ruz en unas cuantas líneas sería un error. Me atrevería afirmar que la historia tiene una tarea retadora que está más allá de las variables que ensalzan o satanizan al personaje cubano.
Con motivo de su muerte y tras nueve décadas de vida el revolucionario caribeño ha levantado opiniones divididas. Por un lado los que rememoran con elogios al “Comandante” y por la otra los que critican al duro “Presidente” cubano.
En el primero, se inscriben las viejas generaciones, conocedores de la triste historia de los pueblos latinoamericanos y han sido sensibles ante los pasajes de intervenciones y dominio imperialista de los Estados Unidos de Norteamérica, mismos, que no tienen empacho para, a través de la CIA, quitar gobiernos o imponer gobernantes títeres para expoliar las riquezas del subsuelo de decenas de naciones, bajo la supervisión y aplicación de políticas económicas ortodoxas por parte del Fondo Monetario Internacional.
En este sentido, el mérito de los revolucionarios cubanos con Fidel a la cabeza, debe objetivarse como la acción de rebeldía y coraje por una cuba libre de la depravación gansteril disfrazada de inversiones en hoteles y casinos y del capitalismo rapaz norteamericano que usufructuaba la riqueza cañera. Al triunfo de la revolución en 1959, le tocó construir un nuevo régimen de corte socialista con el apoyo de la Unión de Repúblicas Soviéticas, y, ese fue su pecado.
Porque se apoyó en un régimen totalitario, represor, carente de libertades humanas, que Fidel copió o se las impusieron de manera directa. Y ahí estriban, las críticas provenientes de exiliados cubanos que, al triunfo de la revolución, lo perdieron todo a manos de un régimen, en el que las libertades de pensamiento, de asociación y participación política fueron abolidas en aras de suprimir los movimientos disidentes a cambio de salvaguardar la hegemonía del sistema socialista.
Con la caída del socialismo real en 1989, la economía cubana se derrumbó, presentado serias contradicciones. Se deprimieron los trabajos estatales relacionadas con la industria, la agricultura y el trabajo manual, pero fueron surgiendo los empleos en el sector servicio, originando una brecha entre las personas cultas y las de menos escolaridad que el sistema de subvenciones no logra diferenciar con eficiencia; la libreta de abastecimiento de alimentos y artículos de primera necesidad, es la misma para ambos segmentos, creando desigualdad.
Con la muerte del líder cubano y el triunfo de Trump el panorama para Cuba no es alentador, para superarlo debe emprender, en el corto plazo, medidas estructurales más profundas en su economía, porque el modelo vigente servirá muy poco para su desarrollo y con capacidad real para soportar un bloqueo económico extremo. Fuerzas exógenas podrían empujar a las nuevas generaciones hacia cambios más audaces. Así que, más vale que la transformación iniciada por la isla en la primera década de este siglo continúe, de lo contrario, el cambio podría ser impuesto.