Hoja verde
Después de la pandemia
La pandemia de Covid 19 mantiene encerrada a una buena parte de la humanidad, temerosa de engrosar la cifra de 3.5 millones de personas infectadas o peor aún, morir como más de 250 mil gentes fallecidas hasta ahora en todo el orbe, desde que apareció en China el virus SARS-CoV-2 en diciembre de 2019.
Este evento biológico, por cierto, previsto hace mucho por epidemiólogos y otros especialistas, ha tenido una “explosiva” cobertura informativa, debido a su carácter noticiosamente global, ya que, hasta ahora, la humanidad no había padecido una pandemia de tal magnitud y por ende fue transmitida en vivo y con dramatismo y casi al más alejado rincón geográfico, a través de las redes sociales y medios de comunicación tradicionales.
Y así, dentro de este inaudito fenómeno biológico/informativo, se nos describe y con lujo de detalles, la terrible agonía por Covid 19, destacando el aislamiento, la soledad e incertidumbre familiar y hasta sin poder ver un rostro humano, una sonrisa, porque quienes lo estén atendiendo llevarán equipo de protección, siempre en espera del desenlace fatal que llegará por ahogamiento. Lo que no trasciende, es que un paciente hospitalizado en peligro de fallecer, se ubica en áreas de terapia intensiva y en el caso de Covid 19 vive, permanente y profundamente sedado, no se da cuenta de lo que sucede, vamos, ni siquiera cuando fallece.
A dichos fenómenos, el biológico y el informativo, se les unen dos ingredientes más: la ignorancia generalizada del tema biológico y la influencia perniciosa de las “pantallas chica y grande”, que, aunque parezca cuento pero que yo he visto, ha llegado a afectar a ciertas personas, al grado de que consideren vagamente que si te muerde un enfermo por virus, ¡te puedes convertir en zombie! o algo así.
Es pues lógico y entendible, aunque lo anterior parezca “exageradamente exagerado”, que esta pandemia haya capturado la atención de la población mundial y de todos los medios de comunicación que por su naturaleza no pueden abstenerse de manejar la noticia.
Sin embargo, a pesar de toda esta parafernalia y sin afán de menospreciar o demeritar la importancia o letalidad de esta pandemia, que incluso me tiene fastidiosamente encerrado en casa desde hace 45 días, es menester señalar que, en términos letales, Covid 19 no se compara, ni con mucho, a las cifras fúnebres causadas por otras “calamidades a las que ya estamos acostumbrados y vemos con tranquilidad e indiferencia”, como por ejemplo el cáncer, que cada año termina con la vida de casi nueve millones de personas, o sin irme tanto al extremo, la obesidad, que vemos con total desdén y a veces hasta con simpatía, pero que asesina a casi 3 millones de gentes cada año, muchísimas más muertes de las que ofrecen las previsiones matemáticas o estadísticas para esta pandemia de Covid 19, que por cierto, se espera culmine en México en el mes de septiembre, mientras que las otras dos enfermedades crónico degenerativas referidas, no tienen fin.
Las medidas preventivas para Covid 19 en este momento son relativamente simples: mantenerse en situación de cuarentena, lavarse las manos con frecuencia y/o utilizar gel de alcohol, limpiar todo lo que se pueda con una solución de agua y cloro, usar tapabocas, evitar el contacto con la gente, mantener sana distancia, etcétera y finalmente, esperemos sea muy pronto, inocularse con la esperada vacuna en desarrollo. Por otra parte, las medidas para prevenir el cáncer y la diabetes son más complicadas, porque implican cambiar radicalmente las formas de vida actuales a estilos acordes a nuestra fisiología: hacer ejercicio, comer más alimentos de origen vegetal, menos de origen animal, evitar víveres ahumados y altamente procesados, abandonar el tabaquismo, el alcoholismo y otras más.
El hecho es que esta pandemia nos ha hecho notar la fragilidad de la vida humana y la conveniencia de adoptar nuevas costumbres y muy probablemente, cuando termine este singular episodio biológico, la sociedad en general estará ávida de información sobre formas de vida sana y ciertamente todos los medios de comunicación responderán con creces a esta demanda, no solo sobre la “enfermedad de moda”, sino sobre la salud en general. Al final, creo yo, la traumática experiencia que estamos padeciendo generará una sociedad con mayor calidad de vida.