Teléfono rojo
El viaje que cambió al mundo
El próximo lunes 20 de julio, se cumplen 51 años de la mayor hazaña científica y tecnológica emprendida por la humanidad en el pasado Siglo 20. Desde luego, se trata de la llegada del hombre a La Luna.
La odisea inició en 1962, cuando el extinto presidente John F. Kennedy proclamó la intención de llevar a su país al satélite natural de nuestro planeta, lo cual cristalizó siete años más tarde, aunque el mandatario norteamericano falleció un año después de su pronunciamiento, víctima de un ataque con arma de fuego.
Ciertamente, en ese entonces estaba en su apogeo la llamada “guerra fría” y aunque el discurso oficial estadounidense mencionaba la hazaña lunar como “Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad”, en realidad, las motivaciones para lograrlo fueron totalmente bélicas; imagine el beligerante lector, la ventaja estratégica de una base militar en La Luna, con capacidad de atacar cualquier punto de La Tierra, con armas atómicas, convencionales o a mentadas de madre, si se requiere y además, inalcanzable para el enemigo, en ese entonces, los soviéticos. Aunque tal situación de ventaja en la guerra resulta evidente, cuento con el privilegio de que me lo comentó personalmente el mismísimo Edwin “Buzz” Aldrin, segundo humano en pisar el satélite natural, en aquel lejano 1969. El comentario fue durante una fiesta de “jet set” que me tocó cubrir como reportero de TV, aquí en Acapulco.
Actualmente el tema es sólo una referencia histórica y en ese tenor, mi comentario pecará de escaso e incluso simple, pero ahora, tras medio siglo de haber presenciado el acontecimiento, he percibido, creo haber reconocido un “antes y después”; antes de la hazaña lunar, había una forma de vida, de convivencia entre las personas; después de esa fecha, la vida empezó a cambiar, poco a poco, conforme se hacían de uso común los implementos tecnológicos utilizados para el viaje lunar, como los hornos de micro ondas, las computadoras personales y los artefactos de comunicación.
Daré algunos ejemplos de lo que comenté: en los años 60, las cámaras de televisión eran gigantescas, muy pesadas y se manipulaban entre dos personas y las unidades de video grabación, eran todavía más grandes, usaban cinta magnética de dos pulgadas de diámetro en rollos que pesaban hasta 25 kilos y debían estar conectadas a grandes compresores para generar el vacío que mantenía la cinta magnética en su carril. Para editar un video de una hora, un equipo de tres personas usábamos dos máquinas de éstas y tardábamos toda la noche editando. Desde luego, su consumo de energía era enorme y no existía el concepto de portabilidad, se ubicaban en espacios cerrado con potente aire acondicionado porque generaban grandes cantidades de calor.
En 1971, apenas dos años después de la hazaña lunar, el licenciado Horacio Estavillo Lagunas, director general de Notimex, Agencia Informativa Mexicana, armó una unidad móvil de televisión y compró una cámara Sony Trinicón, de video a color, de plástico, que pesaba 0.250 gramos y se conectaba a una grabadora de siete kilos que aceptaba cinta de video en cartuchos de tres cuartos de pulgada, la cual me tocó desempacar y estrenar como camarógrafo de la recién formada Unidad Móvil de esa agencia.
Otro desarrollo propiciado por la investigación para el viaje lunar, fue la miniaturización de las computadoras, ya que entes de éste, las máquinas eran de tamaño descomunal y solo las poseían los bancos, universidades o grandes empresas, como las farmacéuticas, por ejemplo.
Otro más, las comunicaciones telefónicas…ufff y re ufff… para llamar a España, por ejemplo, si usted era de los afortunados en tener teléfono en casa, marcaba a la operadora de larga distancia en Acapulco, la acapulqueña llamaba a su homóloga internacional en el Distrito Federal y ésta hacía la llamada a través de un grueso cable de alambres de cobre tendido en el fondo del océano Atlántico, desde Estados Unidos, hasta algún país de Europa, allá, redirigían la llamada a España, seguramente a Madrid, donde la operadora local mandaba la comunicación a la provincia o ciudad de destino y ahí ya le llamaban al destinatario. Créame, así era y además carísimo e ineficiente. Ahora con un celular barato, comprado en la tienda de la esquina, usted puede grabar video, editarlo, mandarlo al aire en vivo o a algún destinatario por correo electrónico, marcarle por el telefonito a donde sea, si quiere en Australia y avisarle. Todo en un ratito.
Muchas cosas cambiaron en medio siglo, desde ese viaje a la Luna, la sociedad empezó a cambiar y ahora es totalmente diferente. Como decía al inicio, viendo en perspectiva, estoy absolutamente convencido de la influencia que ha tenido la tecnología desarrollada para ese evento, modelando esta nueva forma de convivencia humana.