El presupuesto es un laberinto
¿ACABARA LA PANDEMIA?
“La semana pasada, el número de infecciones confirmadas por COVID-19 superó los 15 millones a nivel mundial, con alrededor de 650,000 muertes”.
La revista Nature publicó un amplio resumen de la situación actual de la pandemia de coronavirus que nos afecta actualmente, así como una serie de pronósticos al respecto.
El hecho es que, en todo el mundo, los científicos trabajan arduamente para generar una vacuna, que dicen pronto llegará, mientras que los epidemiólogos están construyendo proyecciones a corto y largo plazo como una forma de prepararse y potencialmente mitigar la propagación y el impacto del SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19.
Aunque sus predicciones y términos varían, los epidemiólogos y matemáticos están de acuerdo en que COVID-19 llegó para quedarse y el futuro depende de muchas incógnitas que solo se irán despejando con el paso del tiempo, por ejemplo: saber si las personas desarrollan inmunidad duradera al virus o si la estacionalidad afecta su propagación y probablemente lo más importante: las políticas gubernamentales y las actitudes que adopten los individuos. “El futuro dependerá mucho de cuánto se reanude la mezcla social y qué tipo de prevención hagamos”, dice Joseph Wu, un modelista de enfermedades de la Universidad de Hong Kong.
En la Universidad Anhembi Morumbi de São Paulo, Brasil, el biólogo computacional Osmar Pinto Neto y sus colegas, tras ejecutar más de 250,000 modelos matemáticos de estrategias de distanciamiento social descritas como constantes, intermitentes o ‘reductoras’, con restricciones reducidas en etapas, junto con intervenciones conductuales como como usar mascarillas y lavarse las manos, concluyeron que si entre el 50% y el 65% de las personas son cautelosas en público, la aplicación de medidas de distanciamiento social cada 80 días podría ayudar a prevenir nuevos picos de infección durante los próximos dos años “Vamos a necesitar cambiar la cultura de cómo interactuamos con otras personas”, dice Neto. En general, es una buena noticia que incluso sin pruebas o vacuna, los comportamientos pueden marcar una diferencia significativa en la transmisión de enfermedades, concluye. Aquí en México, donde también se “cuecen habas”: el modelista de enfermedades infecciosas Jorge Velasco-Hernández de la Universidad Nacional Autónoma de México y sus colegas, plantean lo que parece una utopía aquí: que el 70% de la población de México se comprometa a tomar medidas personales, como lavarse las manos y usar máscaras, para romper los ciclos virales.
Otra incógnita muy importante es la manera en que el clima afectará la propagación; ahora está claro que el verano no detiene el virus de manera uniforme, pero el clima cálido podría facilitar su contención en las regiones templadas. En áreas que se volverán más frías en la segunda mitad de 2020, los expertos creen que es probable que haya un aumento en la transmisión, dado que muchos virus respiratorios humanos, como la influenza, otros coronavirus humanos y virus respiratorio sincitial, siguen oscilaciones estacionales que conducen a brotes invernales, por lo que es probable que el SARS-CoV-2 sea similar. “Espero que la tasa de infección por SARS-CoV-2, y también el posible resultado de la enfermedad, sea peor en el invierno”, dice Akiko Iwasaki, inmunobióloga de la Facultad de Medicina de Yale en New Haven, Connecticut. La evidencia sugiere que el aire seco de invierno mejora la estabilidad y la transmisión de los virus respiratorios y la defensa inmunológica del tracto respiratorio podría verse afectada por la inhalación de aire seco. Por otra parte, en climas más fríos es más probable que las personas se queden en interiores, donde la transmisión del virus a través de gotitas es un riesgo mayor, dice Richard Neher, biólogo computacional de la Universidad de Basilea en Suiza. Las simulaciones realizadas por el grupo de Neher muestran que la variación estacional probablemente afectará la propagación del virus y podría dificultar la contención en el hemisferio norte este invierno y así, los brotes de SARS-CoV-2 podrían llegar en oleadas cada invierno. El riesgo para los adultos que ya han tenido COVID-19 podría reducirse, como ocurre con la gripe, pero dependería de qué tan rápido desaparezca la inmunidad a este coronavirus, dice Neher. Además, la combinación de COVID-19, gripe y VSR en otoño e invierno podría ser un desafío, dice el azteca Velasco-Hernández, quien está preparando un modelo de cómo podrían interactuar dichos virus.
El curso de la pandemia el próximo año dependerá mucho de la llegada de una vacuna y de cuánto tiempo el sistema inmune se mantenga protegido después de la vacunación o la recuperación de la enfermedad. Muchas vacunas brindan protección durante décadas, como las de sarampión o poliomielitis, pero otras, como la tos ferina y la gripe, solo son efectivas durante un breve tiempo. Lo real es que al momento, se sabe poco sobre la duración de la inmunidad contra el SARS-CoV-2. Un estudio 15 de pacientes en recuperación encontró que los anticuerpos neutralizantes persistieron hasta 40 días después del inicio de la infección y otros trabajos sugieren que los niveles de anticuerpos disminuyen después de semanas o meses. Hora, si COVID-19 sigue un patrón similar al SARS, los anticuerpos podrían persistir a un nivel alto durante 5 meses, con una disminución lenta durante 2–3 años.
Por otra parte, señalan los investigadores, que la producción de anticuerpos no es la única forma de protección inmune de nuestro cuerpo, están las células B y T de memoria que también se defienden contra futuros encuentros con el virus, aunque, lamentablemente, se sabe poco sobre su papel en la infección por SARS-CoV-2.
Para obtener una respuesta clara sobre la inmunidad, los investigadores deberán seguir a un gran número de personas durante mucho tiempo, dice Michael Osterholm, director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas (CIDRAP) de la Universidad de Minnesota, Minneapolis. “Vamos a tener que esperar”. Si las infecciones continúan aumentando rápidamente sin una vacuna o inmunidad duradera, “veremos una circulación regular y extensa del virus”, dice Grad y en este caso, el virus se volvería endémico, y “Eso sería realmente doloroso”, concluye.
Lo peor es que tal escenario no es exagerado y esto se hace evidente con una sencilla reflexión: La malaria, que es una enfermedad perfectamente conocida, prevenible y tratable desde hace décadas, mata a más de 400,000 personas cada año; imagine usted, desalentado lector, lo que nos podría esperar con el Covid-19, enfermedad de la que apenas se sabe y que, como decíamos al inicio, ya lleva 650 mil muertos en solo 5 meses.
Definitivamente, lo único que podemos hacer con la certeza de que es útil, es adoptar las medidas preventivas, que por otra parte, no son tan difíciles: usar tapabocas, lavarse las manos, guardar distancia con los demás y tal vez otras más de higiene en casa. Lamentablemente, de acuerdo al comportamiento observado entre la paisanada ante este la pandemia, pues, caray, tal parece que habrá muchos, pero muchos más muertos en México y desde luego, aquí en Guerrero.