El presupuesto es un laberinto
¡Desaparece la vida en el planeta!
La pandemia de coronavirus que nos afecta, acapara espacios informativos en todos los medios de comunicación masiva: periódicos y revistas impresos, transmisiones de radio y TV y desde luego, de manera preponderante, las redes sociales. En todos lados y a todas horas se habla de Covid 19, vacunas, muertos, resucitados y bueno, no es para menos si tomamos en cuenta que, solo en el estado de Guerrero se han registrado 16 mil 600 enfermos y mil 816 defunciones por tal motivo, en el período del 15 de marzo al 14 de septiembre.
Sin embargo, aunque hay mucho y muy interesante para conocer sobre el tema, otros asuntos atraen mi atención por su gravedad o trascendencia, como el catastrófico hecho de que, desde 1970 a la fecha, la vida silvestre en el planeta se ha reducido en más de dos tercios; vamos, la vida silvestre se está extinguiendo, debido a diversas actividades humanas: quema de bosques, pesca excesiva o franca depredación de los mares, así como la destrucción de áreas silvestres con motivos urbanísticos o de producción alimentaria y otras más, como el comercio y explotación de especies exóticas y muchas más a las que se les atribuyen propiedades diversas, casi mágicas, que resultan de gran atractivo, particularmente entre culturas ancestrales.
Tan catastróficos datos de extinción masiva, mi horrorizado lector, han sido recopilados por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), tras evaluar más de 100 mil especies de plantas y animales. Además, como si fuera poco, hay que destacar que las mayores disminuciones se dan en áreas tropicales de América Latina y el Caribe, donde se documenta una caída del 94 por ciento en especie silvestres. ¡La más grande del mundo, impulsada por un cóctel de amenazas a reptiles, anfibios y aves!
Así, en 2019, un panel intergubernamental de científicos concluyó que un millón de especies, medio millón de plantas y medio millón de insectos, desaparecerán del planeta en algunas décadas, si las cosas siguen así.
Y ya entrados en el calor negativo, echamos a volar la imaginación y la suspicacia y nos da por pensar que tan catastróficas cifras, bien y sin mucha exageración podrían representar el inicio de una crisis ambiental de proporciones distópicas que condujeran a la humanidad a buscar nuevos lugares de residencia en el “cercano vecindario cósmico”. Y es ahí donde se me ocurre, o mejor dicho, se me aclaran las intenciones gringas de llevar muy pronto al hombre al planeta Marte, lo más pronto posible, primero que nadie, ya sabe usted, “en nombre de la humanidad”, pero tal vez con la intención de acaparar el sitio para sus coterráneos en vías de extinción, o solo de control, para ser menos drástico.
Si, si, seguramente el incrédulo y carcajeante lector en este punto me tildará, por lo menos, de alucinado; pero a ver, así, con certeza absoluta: ¿usted puede asegurar y acaso demostrar que lo antes planteado es un imposible y no está sucediendo?
En todo caso, usted me podrá disculpar, generoso lector, por andar de alucinado y hágame el favor de considerarlo como un efecto de la pandemia. Por favor y gracias.