Teléfono rojo
EL TIEMPO…¿SEGURO LO ENTENDEMOS?
En el último mes del año que terminó, estuve deseando invitarles a tirar con Arco, 3 días a la semana, de 16:00 a 18:00 horas. Deben llegar media hora antes para calentar 30 minutos. Tomamos 60 segundos para hidratarnos y disparamos 12 rondas de 6 flechas en 4 minutos. Tras cada ronda van 4 minutos para apuntar resultados. Al final son 24 minutos para desmontar y en dos horas entregamos la instalación. Ha sido así por más de un lustro, casi una década.
El párrafo anterior está plagado de referencias temporales: mes, año, semana, días, horas, minutos, segundos, lustro y década. Lo puse, así como muestra del importante rol que tiene el tiempo en cualquier actividad nuestra y por eso tenemos relojes en todos lados, antaño cargábamos el reloj de pulsera y actualmente portamos “religiosamente” el celular que nos brinda el tiempo de manera muy precisa y podemos cronometrar hasta en décimas de segundo cualquier hecho o situación.
Constantemente estamos midiendo y dependemos del tiempo para todo y hasta podemos ser socialmente rechazados si no acatamos plenamente las convenciones temporales: si llegamos tarde, no encontramos a la otra persona que citamos; no nos dejan entrar a la escuela; nos descuentan el día en la oficina y hasta nos pueden despedir; las medicinas se aplican en intervalos de tiempo establecidos y prácticamente todo aquello que hacemos en esta vida lo hacemos con el tiempo medido. Tal hecho es tan contundente que ha motivado el surgimiento de corrientes filosóficas que aseguran que nos hemos convertido en esclavos del tiempo.
Sin embargo, cuando nos preguntamos qué es algo tan omnipresente en nuestras vidas no encontramos una respuesta clara; tradicionalmente lo hemos entendido como: presente, pasado y futuro, solo que el pasado ya fue y el futuro aún no ha sido, por lo que lo único que existe es un efímero presente que transcurre inexorablemente hacia el futuro y no podemos hacer nada para cambiarlo. Además, de manera infalible nos lleva el envejecimiento y la muerte y no podemos hacer nada para detenerlo.
Vemos al tiempo como algo sincrónico, que es exactamente igual para todos y según Isac Newton “fluye como río invisible en el que todo ocurre” y, al menos en apariencia, todos vivimos el presente exactamente en el mismo momento y esto es inmutable, siempre transcurre a la misma velocidad y es una constante universal.
Esto fue así hasta la irrupción de Albert Einstein, quien señaló que la única constante universal es la velocidad de la luz y todo lo demás puede variar, es relativo y añadió que, si viajamos a velocidades cercanas a la de la luz, el espacio y el tiempo se estiran o se contraen, o sea que: ¡el paso del tiempo puede modificarse! Según esto, la sincronicidad del tiempo, tan evidente para nosotros, se viene abajo. No hay un presente absoluto en el que todos vivamos, sino que cada uno vive en un tiempo determinado dependiendo de su movimiento. ¿Que loco no?
Lo más “canijo”, mi confuso lector es que esta teoría del señor Einstein, llamada “Teoría Especial de la Relatividad” ha sido corroborada experimentalmente varias veces, así que me parece difícil dudar dudar de sus afirmaciones, aunque no entienda casi nada del complejo concepto.
En todo caso, cabe mencionar que lo que se piensa es la unidad mínima de tiempo físicamente posible de medir y transcribiré la descripción de lo que se conoce como un “Cronón” o tiempo de Planck, que equivale a 10-43 segundos y se mide como el tiempo que tarda un fotón viajando a la velocidad de la luz en atravesar una distancia igual a la longitud de Planck, o sea, la distancia mínima que puede ser medida dentro de estructura atómica y lo refieren como 1.616252 x 10-35 metros, lo que o podría enumerarse así: 0,0000000000000000000000000000000001616252 metros, con lo cual se entra al mundo de la física cuántica, que aún no es bien conocida
Ahora, con afán de mantenernos en el mundo de la física que conocemos, les comentaré referencialmente cuánto dura un segundo, según el Sistema Internacional de Unidades que rige nuestras sociedades: “Un segundo, dura exactamente 9.192.631.770 oscilaciones de la radiación emitida en la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo 133 del átomo de cesio, a una temperatura de cero grados Kelvin.
Sin embargo, es obvio que jamás referimos tal información en una conversación normal, solo decimos un segundo, sabemos que 60 hacen un minuto, que 60 una hora y demás y si se trata de tiempo menor a un segundo, lo manejamos en fracciones, 1/30, 1/50, 1/125, 1/100 etc.
Evidentemente, mi empalagado lector jamás de los jamáses acudiremos a tan ínfimas unidades de medida y más aún porque los humanos no tenemos la capacidad de notar tan ínfimos tiempos ya que nuestro proceso de percepción e interpretación de un mensaje lumínico que entra a los ojos tarda 1/30 de segundo en llegar y ser interpretado por el cerebro y es gracias a esta “lentitud” que nos permite apreciar cosas como el cine o la televisión que presentan imágenes fijas consecutivas a una velocidad menor de 1/30 de segundo y por eso las distinguimos como movimiento continuo, aunque no lo sea. Además, nuestra percepción del tiempo es totalmente personal y caótica y simplemente piense en usted mismo cuando está aburrido, que lento pasa el tiempo y si está de fiesta y se divierte, la noche pasa volando; cuando esperamos una fecha con fruición, se nos hace eterno el tiempo en que llega, pero si es una fecha negativa o simplemente hay que pagar las cuentas, chin, nos llega de volada.
Pero entonces: ¿Si nuestra percepción fisiológica es tan lenta, que caso tiene andar investigando cifras tan minúsculas de tiempo? Bueno, sin duda, la tecnología si utiliza tales medidas; su celular y el GPS que tiene trabajan con tales frecuencias y hay un sinfín de artilugios electrónicos que usan tales herramientas de medición.
Y concluyo en esta ocasión hablando nuevamente de cronones o tiempos de Plank, porque los científicos tienen nuevas percepciones al respecto: resulta que esos espacios supuestamente vacíos que existen dentro de un átomo, donde viaja el fotón, no están tan vacíos, sino que hay planteamientos teóricos que señalan la existencia de una “Espuma Cuántica” a la que imaginan gráficamente como la espuma que se forma al verter una cerveza y donde los espacios que existen entre las burbujas de esa espuma, el tiempo se detiene e incluso viaja hacia atrás.
Tal concepto nos resulta muy, pero muy difícil de imaginar, pero en todo caso, si realmente existen tales espacios donde el tiempo regresa, uffff.. ¿Podría significar la posibilidad de viajar al pasado?
¿Fantasías científicas o simples sueños guajiros? Por ahora no se sabe, lo más probable es que descalifiquemos por sistema tal posibilidad, pero, si ya existe un planteamiento matemático serio que brinda indicios sobre tales fenómenos, bueno, tal vez habría que tomarlos con reserva, pero no eliminarlos totalmente, finalmente existen decenas de ejemplos históricos sobre teorías, inventos y hasta novelas que en su momento se veían fantasiosas, pero con los años se tornaron realidad. Julio Verne es solo un ejemplo de esto.
Les deseo a todos un mejor 2021 que el triste 2020.