Teléfono rojo
Fórmula 1: dinero, tecnología y morbo
El municipio de Acapulco tiene un presupuesto total de 3 mil 739 millones de pesos para este 2019, mientras que el equipo Ferrari de Fórmula Uno tiene 8 mil 655 millones de pesos, más del doble que el puerto, solo para correr sus dos autos en las 21 competencias de este año. Hablamos solo de uno de los 10 equipos que participan en la Fórmula 1 este año, los cuales en conjunto gastarán 21 mil 191 millones 896 mil pesos en la temporada, casi el presupuesto anual del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México, Conacyt, que supera por poco los 24 mil millones de pesos.
LOS INGRESOS
Sirvan estas cifras para que el apreciado lector se dé una idea de la importancia económica que representan las carreras de la F1. Sin embargo, el movimiento de dinero no se concentra solo en los autos; hay que considerar otros ingresos generados por un Gran Premio de Fórmula 1, incluso más cuantiosos que el mismo costo de los coches, como son: regalías por transmisiones mundiales de TV, franquicias internacionales de bebidas alcohólicas y alimentos expendidos en los autódromos, actividades turísticas motivadas por las carreras, actividades publicitarias, producción y venta de recuerdos o souvenirs y desde luego el boletaje, que en 2018 superó la cifra de 300 mil boletos vendidos para ingresar a los autódromos de todo el mundo, a precios que en México varían entre 2 mil 349 pesos y los 305 mil pesos cada boleto en este 2019; ¡ah! y no debemos olvidar los “apoyos” otorgados por gobiernos interesados en llevar la F1 a sus respectivos países, como el nuestro, que en 2017 entregó a los organizadores de la carrera aquí, la friolera de 43 millones de dólares.
LOS GASTOS
Si bien los ingresos de la Fórmula 1, lo menos que podemos decir es que son muy cuantiosos, los gastos detrás de las carreras también son extremadamente elevados. Sigamos ejemplificando con Ferrari, que tiene una nómina de mil 400 empleados en su fábrica de Maranello; paga los costos de transporte de sus dos monoplazas, personal y equipo a cada una de las 21 sedes de competencia ubicadas en los 5 continentes y desde luego, destina importantes sumas, aún más de lo que recibe por las propias carreras, para la investigación y desarrollo de sus vehículos de competencia.
Esta diferencia en el ejercicio del ingreso/gasto se explica porque la “escudería del caballo rampante” tiene interés específico en ganar, dado que, si triunfa, sus exclusivísimos autos rojos, íconos de un status “de película”, se venden más entre los millonarios del mundo. Cosa similar sucede con otras marcas, aunque a niveles menos exclusivos, como Mercedes Benz o Renault o incluso Red Bull, que produce bebidas energéticas totalmente populares y que vende más cuando sus autos de carreras destacan en las pistas.
LOS PILOTOS
Sin duda, la pericia, la técnica y hasta la “garra” de un piloto, son factores que dan emoción al espectáculo de las carreras de autos y pueden hacer la diferencia entre la victoria y el segundo lugar, pero en la F1, el manejo es asunto profesional y de excelencia técnica, cuya correcta aplicación o no puede significar la diferencia. Por ejemplo, entre ganar o perder la carrera por haber gastado anticipadamente las llantas, debido a un manejo impreciso del vehículo. Por eso, en esta categoría, todos los pilotos tienen comprobada capacidad, pues llevan años haciéndolo al mejor nivel y por ello las diferencias en el manejo son mínimas, al grado de que en las sesiones de práctica, las diferencias entre los tiempos de los autos suelen variar apenas por milésimas de segundo, por lo que cobra extrema importancia el desarrollo tecnológico del auto.
EL DESARROLLO TECNOLÓGICO
Para lograr la excelencia del auto de F1 y superar a sus contrincantes por las milésimas de segundo que referíamos, escuderías invierten enormes cantidades en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías que después se venden a las fabricas automotrices que los incorporan posteriormente a los vehículos producidos en serie que circulan en las calles de todo el mundo: nuevos materiales para carrocerías, más ligeros y resistentes; motores más potentes y de mejor rendimiento; chasises de extrema estabilidad; frenos que al operar generan electricidad que se suma a la potencia del auto; llantas más eficaces; diseños más aerodinámicos; sistemas de control computarizados y medidas de seguridad, entre muchos, pero muchos artilugios o avances más, son desarrollados en las fábricas de autos de Fórmula 1, por ello se considera que los grandes premios son, ni más ni menos, el laboratorio de la industria automotriz mundial.
LA EMOCIÓN Y EL MORBO
La Fórmula 1 es un deporte que está tomando gran auge en el siglo 21, no solo por el normal interés de la población en general por los autos, sino porque el espectáculo se está promoviendo mundialmente con gran eficiencia utilizando glamour que le imprime la presencia de reyes, príncipes, kalifas y otros “nobles”, así como personalidades de la farándula internacional en cada carrera. También gusta por el desarrollo de tecnología avanzada, cuyo conocimiento es apreciado mucho por los ciudadanos jóvenes de estas épocas y ciertamente por el peligro de muerte inherente a conducir compitiendo contra otros un auto a 350 kilómetros por hora.
Todas las sociedades requieren “pan y circo” y todo indica que la Fórmula Uno se consolidará en un futuro no muy lejano como el espectáculo preferido por las multitudes, situación que quedó tristemente evidenciada el pasado domingo 1 de septiembre, cuando los ratings televisivos de la carrera de F1 en Bélgica se dispararon, tras difundirse la muerte instantánea de Anthoine Hubert, piloto de Fórmula 2, en ese mismo circuito, el día anterior.