El agua, un derecho del pueblo
Evodio: víctima y victimario
Aprendió mucho de la tradicional escuela política priísta, sin ser militante. Pertenece al PRD, y hasta tiene su tribu. Es todo un Show Men. Buen actor, casi comediante de carpa.
Lo mismo se victimiza que acusa y hasta denuncia. ¿De quién se trata?… Respuesta: Evodio Velázquez Aguirre, alcalde de Acapulco, quien en la víspera del fin de su mandato, paga espacios en noticieros televisivos para denunciar, acusar y hasta implorar.
Evodio, está muy desesperado. Nada le salió bien como alcalde de Acapulco. Lo único positivo para él, es que tiene asegurado su patrimonio, hasta por más de tres generaciones.
Evodio, pretende engañar más a la gente, a quienes en mala hora confiaron en sus promesas de campaña.
Evodio, ya es nuevo residente en Joyas de Brisamar, Acapulco. Casi similar de quienes radican en el Principado de Mónaco: Para vivir allí, requiere que depositen un millón de euros al gobierno monegasco.
Un ex gobernador “perredista” –ZTG- un día dijo con acierto: “Evodio, es un joven con ideas de un viejo político de lo más corrupto y sucio”. Le acertó.
El casi ex alcalde de Acapulco, a un mes para que deje el cargo, ahora acude a medios nacionales televisivos para victimizarse y lanzar acusaciones contra el gobernador Héctor Astudillo Flores, “para que pare de hostigarlo”. ¿Cuál hostigamiento?
El alcalde Velázquez, cometió uno de varios garrafales errores: Se engolosinó con el poder y el dinero; perpetró todo tipo de latrocinios con el erario municipal, hasta la ignominia.
De ser un pobre militante y dirigente de una tribu perredista se convirtió de la noche a la mañana en multimillonario, burgués y potentado. De lumpen proletariado brincó a la burguesía.
El poder le cambió la vida y lo envileció. Evodio creyó que el poder sería eterno; tiene sus ciclos. El tiempo se le acabó. El escenario le cambió radicalmente.
Lo que Evodio Velázquez hace, es un triste espectáculo público -pese a sus millones-; perdió poder, piso y ya no tiene futuro político, aunque exhiba un certificado –patito- de “calidad en transparencia y rendición de cuentas”.
En el colmo del cinismo, Evodio ahora exige que la Federación le entregue 50 millones de pesos para que “concluya obras”. ¿Cuáles? Dice que hizo más de tres mil. ¿Dónde están? No hay nada. Puro cuento.
Acapulco es el desastre en todos sentidos: Violencia, basura, falta de servicios públicos de calidad. Se parece a Chilpancingo, la peor capital del país.
Al alcalde de Acapulco le ocurre lo que a muchos munícipes: se rodearon de muchos lacayos que le ayudaron a perpetrar todo tipo de actos de corrupción, pero al final del mandato municipal todos huyeron cuando vieron en desgracia a su jefe. Actuaron como bandas de forajidos.
La entrevista que le hicieron a Evodio Velázquez Aguirre en la televisora ADN-40, no fue gratuita; allí descargó todos sus odios y rencores contra quien cree lo atacan.
Seguramente Evodio continuará haciendo lo mismo; es parte de su estrategia, de un alcalde de Acapulco que se encuentra desesperado, porque el poder se le acaba, como agua entre las manos.
Resulta patético lo que ahora le ocurre al ambicioso munícipe de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, quien, sin escrúpulos, hace tres años insultaba -en muros y fachadas- al extinto diputado local y federal Ángel Aguirre Herrera, porque éste iba muy por arriba en las encuestas, en la búsqueda de la candidatura por la “Joya de la Corona”.
La muerte truncó las legítimas aspiraciones de Aguirre Herrera. Evodio, ahora víctima victimario, seguramente festinó el fatal desenlace y fue el beneficiario del deceso del joven político perredista… Punto.