
Refuerza Gobierno de Guerrero dispositivo de seguridad en Acapulco
ACAPULCO, Gro., 7 de septiembre de 2022.- Miedo, tensión, desempleos, pérdidas económicas, incertidumbre y desdén de algunas autoridades, es lo que han padecido habitantes del fraccionamiento Cantaluna a un año de que el terremoto de 7.1 grados sacudió a este puerto.
No obstante, algunas familias aún ocupan los departamentos y casas a pesar de que el dictamen de Protección Civil indica que son inhabitables, ya que carecen de recursos para pagar rentas o contraer nuevas deudas, porque muchos quedaron desempleados por la pandemia del Covid 19.
El fraccionamiento ubicado al poniente de Acapulco, luce prácticamente deshabitado y los daños son evidentes, porque ahora están marcados por flechas pintadas en las paredes en cada edificio y sellos de clausura.
Algunos coches ocupan los cajones de los estacionamientos, las improvisadas tiendas de abarrote para el servicio de los vecinos se observan vacías y con poca mercancía, apenas un par de personas cruzan los amplios claros entre cada condominio y las voces de los escasos habitantes retumban entre las paredes, sobre todo los gritos de los niños.
Apenas tres familias o cuatro ocupan cada fraccionamiento, ya que el conjunto alcanza 10 por ciento de ocupación, informó la representante del condominio 12, Guadalupe García Galeana quien advirtió que las constantes lluvias y reciente sismos abren aún más las grietas provocadas el año pasado.
En entrevista comentó que ella llevaba seis meses en su casa dos pisos que compró con un crédito del Fovissste; luego ocurrió el sismo y el miedo, los trámites y las gestiones que apenas hace seis o siete meses comenzaron a reflejarse en quienes adquirieron sus viviendas mediante un crédito institucional.
No obstante, la deuda para vivienda no es la misma para todos los que compraron a Paquimé su casa, ya que los ingresos difieren de cada comprador y no todos tuvieron la posibilidad económica de salirse a rentar en otro sitio porque sus ingresos son limitados o, sus créditos, mediante Infonavit estuvieron subsidiados por el gobierno federal.
Es el caso de la señora Teresa, un ama de casa con tres hijos que cursan la escuela y la preparatoria y que está casada con quien paga el departamento donde vivían. Contó que la galera construida en medio de un estacionamiento, fue pagada con sus propios recursos y la utilizan como dormitorio, cocina y como vestidor.
Teresa y sus hijos acuden uno a uno al sanitario desde hace un año para bañarse o para buscar algún objeto faltante porque el suelo, contó, quedó inclinado y las escaleras para llegar al cuarto piso se cimbran cuando alguien las atraviesa.
Ambas coincidieron en que las gestiones ante las autoridades son lentas y reclamaron la desaparición de la empresa constructora, porque nadie ha respondido a las fallas en la obra.
Esperan que las autoridades entreguen los resultados del dictamen técnico, cuya realización costó dos millones de pesos, y que fue pagado por el gobierno estatal, para comenzar procedimientos legales que les permitan recuperar los recursos que con mucho esfuerzo invirtieron en un patrimonio, el cual está destruido.