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Insensato regocijo
El motín del Cereso de Acapulco
México es un país que no da el paso definitivo para llegar al umbral del desarrollo, y no hay que “quebrarnos” la cabeza para saber qué nos impide darlo. Es la corrupción, ese mal sistémico que agobia a la ciudadanía pero que enriquece a los políticos y a la burocracia, lo que nos señala desde hace sesenta años con el rubro de nación “En vía de…”
O sea, vamos por el camino correcto pero la corrupción nos impide llegar a la meta.
Cuando José López Portillo resultó el candidato del PRI a la presidencia de la República, en 1976, las bardas de las ciudades y las paredes blancas de las casas pueblerinas fueron rotuladas con “La solución somos todos”, seudoaforismo que la picaresca, siempre popular, cambió a “La corrupción somos todos”, y como el pueblo es clarividente, el gobierno de José López Portillo transcurrió en una ostentosa corrupción y culminó con una gran crisis económica.
“La corrupción somos todos”, qué triste verdad, y ni cómo ocultarla.
El jueves 5, alrededor de las cuatro de la mañana, estalló un motín en el Centro de Reinserción Social (Cereso) de las Cruces, en Acapulco, con saldo de 28 muertos y tres heridos que el vocero del Grupo de Seguridad Guerrero, Roberto Álvarez Heredia, definió como una riña entre reos pertenecientes a dos de los muchos grupos delincuenciales, cuando fue un motín: “Movimiento desordenado de una muchedumbre, por lo común contra la autoridad constituida”, según el DRAE.
Los Ceresos estatales, como los Ceferesos federales, se rigen por la corrupción sistémica aludida líneas arriba, y más si están plagados de reos que purgan condenas por narcotráfico, y que disponen de mucho dinero para corromper a las autoridades carcelarias, y a “otras mucho más arriba”.
La “autoridad constituida” del Cereso de Acapulco prohíbe a los reos tener cualquier tipo de armas, y las llamadas “puntas”, los extremos agudos de algo, puñales y hasta armas de fuego, se disponen ilegalmente si pagan lo que por ellas pidan los que guardan el orden en las prisiones. Y aquí entramos al gran lío paradojal. Fue un motín con armas proporcionadas o permitidas por la autoridad, y la cabeza mayor de esa autoridad local es el gobierno del Estado.
Triste, pero cierto: la noticia de los 28 muertos y los tres heridos ya se conoce en todo el mundo.
Marshall Mc Luhan, tenía razón: con la tecnología hemos convertido al mundo en una aldea global. Los 28 muertos y los tres heridos del penal de Acapulco nos empujan hacia atrás a los mexicanos y no podremos dar el paso para llegar al umbral del desarrollo hasta que en las cárceles, sobre todo en los Ceresos y Ceferesos, se erradique la corrupción y estén a la altura de cualquier prisión de los países desarrollados. Si quieres estar en el primer mundo actúa como si estuvieras en el primer mundo, o como recomendaba a los novatos José Rodríguez Ortega “Cagancho”, el ínclito torero español de principios del siglo 20 y que otros dicen que lo dijo Belmonte: “Para ser torero primero hay que parecerlo”.