Médula
El obispo y el terror deprimente
El obispo de Chilpancingo y Chilapa, Salvador Rangel, es un prelado problema para la jerarquía normativa católica mexicana, casi un rebelde obstinado en actuar soslayando las políticas eclesiásticas, como si su diócesis – y él- fueran autónomas.
Nombrado obispo de Chilpancingo y Chilapa por el papa Francisco el 20 de junio de 2015, fray Salvador Rangel se ha entrevistado en varias ocasiones con los narcotraficantes en busca de al menos una tregua, ante la imposibilidad de lograr una relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos,
Hace unos cuantos días, declaró que en la reciente entrevista con los narcos, los delincuentes se comprometieron a no asesinar a los candidatos de su diócesis y a permitir que el proceso y la jornada electoral transcurrieran tranquilamente, lo que no fue del agrado de los gobiernos estatal y federal.
El gobernador del estado, Héctor Astudillo, declaró que la ley no se negocia, y el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, que la reunión del obispo con integrantes del crimen organizado será motivo de una investigación.
Navarrete Prida, dijo entender y respetar la buena voluntad del obispo, como la de cualquier actor social, pero que “no hay posibilidad de negociar con la ley”, recalcando que esta se acata y se cumple y quien generó delitos debe enfrentar procesos frente a un juez…”
El secretario de Gobernación dijo que se reunirá con el arzobispo primado de México, cardenal Carlos Aguiar, para saber “qué medidas tomar en el marco de nuestra legislación”.
Pero en esa polémica, persiste – y persistirá-una gran verdad que no se puede negar racionalmente: el estado mexicano no ha sido capaz de recuperar la paz social a la que tenemos derecho, y el territorio en que tiene jurisdicción el obispo Rangel, si bien no se vive en estado de sitio, la ciudadanía – y la feligresía ante la óptica eclesiástica- vive en el temor, casi en el pánico colectivo.
Ante lo anterior, debemos preguntarnos si tiene o no derecho el prelado a actuar libremente en la búsqueda de la paz en su diócesis, o si se debe someter a las palabras de Jesús (Mateo 22, 15-21) “pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
De ahí la importancia que tendría una entrevista entre el Secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, y el Arzobispo Primado de México, cardenal Carlos Aguiar, considerado como el jefe de la Iglesia Católica en México, para saber qué opina el más alto prelado nacional al respecto.
Saber si violó la ley el obispo Rangel, lo que prácticamente se entiende ante las palabras del gobernador Astudillo y del secretario Navarrete Prida, o está en todo su derecho de buscar la seguridad de los mexicanos de la Región Centro de Guerrero, que viven hoy como un pueblo deprimido por el terror en que ha degenerado la inseguridad.