Teléfono rojo
René Juárez Cisneros y el viejo PRI
La candidatura de José Antonio Meade Kuribreña, un funcionario sobresaliente tanto en el gabinete presidencial del panista Felipe Calderón Hinojosa como en el priísta de Enrique Peña Nieto, es de corte “ciudadano” (sin militancia partidista), pero sigue sin crecer, manteniéndose en el tercer lugar en casi todas las encuestas, lo que obligó a un cambio radical en la dirigencia nacional del PRI: substituye al tecnócrata Enrique Ochoa Reza el político tradicional (que no se aparta de las reglas establecidas por la costumbre y el uso) René Juárez Cisneros.
La pregunta aún sin respuesta es: ¿de aquí al 1 de julio podrá remontar el candidato del PRI la ventaja que le llevan Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya Cortés, los candidatos de las coaliciones “Junto haremos historia” y por “México al frente”, respectivamente?
Remontar, en el sentido de subir una pendiente, sobrepasarla, o navegar hacia arriba en aguas procelosas; tarea que se antoja imposible, pero en la praxis político electoral todo es posible.
De allí la llegada del ex gobernador de Guerrero a la presidencia del PRI. Ajeno a la teórica, René Juárez Cisneros entiende la política como algo que es, existe o puede existir. Representa al antiguo “nacionalismo revolucionario” del viejo PRI, que es el bastión del voto duro, que se ha diluido últimamente ante la incomprensión de la militancia de las políticas públicas proclives a favorecer al poder económico dejando en el abandono a millones de mexicanos en la pobreza media y extrema.
El nuevo presidente nacional del PRI no estudió en universidades de Estados Unidos, ni en los enclaves académicos neoliberales de nuestro país. Es un economista egresado de la Universidad Autónoma de Guerrero, y se pagó los estudios trabajando como mesero en un restaurante playero de Acapulco y como burócrata en Chilpancingo.
Dicha condición popular, hace pensar que la designación de René Juárez Cisneros es un guiño, un mensaje implícito al voto duro priísta del país.
De aceptar ese coqueteo político electoral el mexicano “de abajo”, la candidatura de José Antonio Meade crecerá. Empero, es imposible por ahora saber si le alcanzará para llegar a la presidencia.
Esa es la tarea de René Juárez Cisneros, para eso fue llamado. Y si aceptó el reto, lo hizo convencido que lo que queda del viejo PRI lo apoyará.
Por lo tanto, es de esperarse un cambio radical de estrategias en la coordinación de la campaña de José Antonio Meade, siendo René Juárez Cisneros quien gobierne la nave priísta, y no el grupito tecnocrático que rodea a Enrique Peña Nieto, como condición indispensable para hacer, al menos competitiva, la candidatura priísta.