Hoja verde
El Peso y Peña Nieto, devaluados
En aquellos días, el entonces presidente de México, José López Portillo, tuvo que reconocer, luego de la enésima devaluación del Peso, que “presidente que devalúa, se devalúa”. La moneda rebasaba los cien pesos por dólar y la deuda externa los cien mil millones de dólares.
JLP (“Jolopo”) había declarado que defendería la moneda “como un perro” y no cumplió lo que se entendió como una promesa airada. “El perro” le llamaba la voz popular, voz anónima que no por eso dejaba ser la voz de Dios (“Vox populi, vox Dei”) enfrentada con un presidente devaluado pero con todo el poder del presidencialismo que impedía la libertad de expresión y tenía sometido a la mayoría de los medios impresos y electrónicos.
México vivía, y sufría el que sería el último sexenio del nacionalismo revolucionario, al último presidente de la Revolución Mexicana. Su sucesor, Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) iniciaría la era de los mandatarios neoliberales y que llevó el tipo de cambio a dos mil quinientos pesos por dólar, una terrible espiral inflacionaria, hasta que Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) le quitó tres ceros al peso e inició una flotación de nuestra moneda a partir de tres pesos por uno.
Ernesto Zedillo, y “el error de diciembre” que nos puso al ocho por uno al principio de su mandato, y su blindaje de la moneda que funcionó en su gobierno y en los de los panistas Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa.
En estos días, un presidente súper devaluado, Enrique Peña Nieto, incapaz de contrarrestar factores externos inflacionarios, proyectando una política internacional a todas luces torpe, sin credibilidad entre la masa social y que salta de un error a otro como el niño que juega al “avión”, ha devaluado al peso a niveles de riesgo. De no recomponer la tan maltrecha economía la inflación se saldrá de control y el tipo de cambio seguirá ascendiendo mientras la aceptación popular del presidente Peña Nieto seguirá bajando.
Entre los “factores externos” está la campaña electoral en los Estados Unidos. Donald Trump sigue avanzando en las encuestas y Hillary Clinton aún no recupera los espacios perdidos por la neumonía que la obligó a suspender actividades durante cuatro días.
Si Trump llega a la presidencia del país más poderoso del mundo, nuestro vecino y principal socio comercial, tendremos muy graves problemas. Y esos, afortunadamente hipotéticos “graves problemas” se fundamentaron en el error de invitar a quien hemos llamado “un nuevo Hitler” a visitar nuestro país como si fuera un jefe de estado y no un candidato que basa su campaña insultando a México y a los mexicanos que radican en el país que aspira a gobernar.
Si la señora Clinton derrota a Trump en las elecciones de noviembre próximo, sería el menor de los males, pues los mercados internacionales se calmarían, ayudando así al Peso a detener su caída. Pero para que esto suceda, Enrique Peña Nieto debe hacer ajustes en su gabinete y buscar mejores asesores.