Abatir la impunidad, la madre de todas las batallas
El Himno a la Alegría
Como se esperaba, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció ayer el retiro de su país del Acuerdo de París sobre el cambio climático, que junto con el Protocolo de Kioto, son la esperanza de la humanidad para salvar al planeta de la catástrofe: temperaturas extremas y el deshielo polar que inundaría las ciudades costeras.
Trump lo prometió en su campaña, y ayer lo cumplió, con el argumento de que el Acuerdo de París, firmado por ciento noventa y cinco países en diciembre de 2015, castiga a los trabajadores estadounidenses.
La permanencia de nuestros vecinos del norte en el Acuerdo, pretendía una reducción de sus emisiones contaminantes de entre un 26 % y un 28 % para 2025 con respeto a los niveles de 2005. Se estima que fuera del tratado los Estados Unidos sólo disminuirán en un 14 % su contaminación.
Sólo China es más contaminante que Estados Unidos, pero el gigante asiático está en la lucha por disminuir los niveles de gases de efecto invernadero, pues la contaminación en sus ciudades más pobladas amenaza la vida de sus habitantes. Ellos, los chinos, sí ven hacia el futuro: están en vías de ser la primera potencia económica del mundo, y nada es mejor que vivir siendo ricos en un planeta cada vez más habitable y a salvo de una hecatombe provocada por el cambio climático.
¿Qué tendrá Donald Trump en la cabeza que no le permite ver hacia el futuro? Es actualmente el peor dirigente en el orden mundial, tan peligroso para la humanidad como Kim Jon-Un, el “líder supremo” de Corea del Norte. El dictadorzuelo asiático, con las pruebas de proyectiles con capacidad nuclear poniendo en riesgo la paz y el inefable presidente de los Estados Unidos degradando la actividad política y tomando decisiones en contra del futuro de la humanidad. Son estos dos, los granos de “arroz negro”, más “negros” aun que los fundamentalistas árabes que por “mandato divino” hacen del terrorismo y de su inmolación “el camino expedito hacia el Paraíso”.
La lucha contra el cambio climático continuará, con o sin Estados Unidos, pues no hay que olvidar que Donald Trump sólo es un líder temporal; que su presidencia no sobrepasará los dos periodos de cuatro años, si es que es reelecto.
No hay que olvidar que todo tiene un límite, y que el proceso de destitución que marca la ley estadounidense y que ellos llaman “impeachment”, puede dar fin a la presidencia de Donald Trump.
¿Cuándo? No lo sabemos, pero en los círculos del poder político y económico de los Estados Unidos ya se está gestando esa posibilidad.
El mundo entero aplaudiría la destitución de Donald Trump como se aplaude en las salas de concierto el Himno a la Alegría de Beethoven.