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Médula
“Cosas veredes, mío Cid…”
El escándalo político actual: el reportaje del “New York Times” sobre el espionaje telefónico, de correos y cuentas electrónicas supuestamente perpetrado por el gobierno mexicano, en donde algunos periodistas y activistas sociales serían las víctimas de un delito considerado como grave, es palabras más palabras menos, según el diario neoyorquino, una mancha más en el sistema político mexicano, sistema caracterizado por restringir la libertad de expresión y la defensa de los derechos humanos; sistema que cobija al crimen organizado que inicuamente coloca a México en el segundo país más violento y por ende más inseguro del mundo.
El escándalo se convirtió en mastodóntico cuando el mismo presidente de la República, Enrique Peña Nieto, declaró que él ha sido víctima del espionaje telefónico y que desde entonces tiene mucho cuidado en lo que dice por esa vía, y que ha instruido a la Procuraduría General de la República lleve a cabo una investigación expedita.
Tan mal estamos, que hasta el presidente mide sus palabras al hablar por teléfono. “Cosas veredes, mío Cid…”
Lo cierto es que siempre ha habido espionaje telefónico, radiofónico y telegráfico. Y los espías, tanto en tiempos de guerra como de paz, son presencia común.
Cuando los panistas gobernaron México, desarticularon las agencias de inteligencia, entre ellas el CISEN, y fueron muy criticados por los priistas. Sin un aparato de espionaje, decían, cómo van a investigar las actividades del crimen organizado.
Lo cierto es que los gobiernos están facultados legalmente a espiar a los criminales, pero no a las personas que se conducen por la vía legal en sus actividades sociales. Ni políticos, ni defensores de los derechos humanos, periodistas y demás activistas sociales, deben ser espiados por el gobierno. Cuando este lo hace, comete un delito. Entonces se llega al paroxismo social, a la exaltación extrema de los afectos y pasiones…a la exacerbación de un régimen intolerante y opresivo.
¿Es el México que queremos?
Enrique Peña Nieto debe cumplir con su obligación. Tolerar el delito es un crimen. Caiga quien caiga, se debe castigar el espionaje de “gente de bien”, que según el “New York Times”, ilegalmente se hace en México utilizando sofisticados aparatos electrónicos, y si es cierto que cuentan con esos aparatos bien pueden usarlos para investigar a los criminales. ¡Y todos contentos!
La desaparición de los 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa, nos ha golpeado mucho. Fue el tema dela canciller venezolana en la reciente reunión de la OEA en Cancún.
En Guerrero hay un diputado local (priista) que es señalado de dirigir un grupo de delincuentes. Hay gobernadores en las prisiones por robar al erario y otro prófugo y otros más en investigación.
¿Formamos parte de un Estado Fallido?
No lo creo, pero de no dar el presidente de la República un golpe de timón, antes de terminar esta década lo seremos. Se percibe en el aire, en el dolor profundo de los mexicanos que vemos como el país se deshace en las manos de la inconciencia y de la torpeza al gobernar.