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Insensato regocijo
Del autoengaño al fascismo
Los defectos de carácter que proceden de los siete pecados capitales que indican las religiones cristianas, han aumentado con el tiempo, pero fuera de lo eclesiástico. El autoengaño, es uno de ellos, y es el proceso de negarse a racionalizar la relevancia, significancia o importancia de la evidencia contraria y los argumentos lógicos que son opuestos a los propios.
Este defecto de carácter parece ser lo tiene el secretario de Fomento Turístico del Gobierno del Estado de Guerrero, Ernesto Rodríguez Escalona, funcionario que cree que ningún hecho negativo puede afectar la llegada de turismo a Acapulco, como si el destino de playa guerrerense tuviera un pacto fáustico que le garantiza la ocupación total hotelera en todos los periodos vacacionales, pase lo que pase.
El socavón del Paso Express de la autopista Cuernavaca-Acapulco “no afectará a Acapulco”, declaró el sábado pasado, cuando ya había anunciado la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT)que las reparaciones tardarían más de un mes. ¿Atorarse dos o tres horas en ese libramiento carretero recién inaugurado no le importa a los turistas? ¿Están dispuestos a sufrir los prolongados “embotellamientos”? Esto solamente “lo cree” el funcionario estatal del gobierno del estado.
Hace unos días propusimos en esta columna que se esculpiese una estatua a los chilangos, que pese a la inseguridad innegable de Acapulco siguen visitando nuestras playas, pero que soporten estoicamente los “atorones” de dos o más horas en el libramiento es mucho pedir. Luego, cualquier persona que racionalice los hechos y que no se autoengañe puede prever una considerable disminución de la ocupación hotelera debido al ya famoso socavón.
También, el sábado pasado, el gobernador del estado de Guerrero, Héctor Astudillo Flores, reconoció que por las obras de reparación del socavón la ocupación hotelera disminuyó un poco más de 11 por ciento, en relación al año anterior. Es de lamentarse la baja de visitantes, pero hay que celebrar, al menos, que el gobernante guerrerense no se autoengaña y que está libre de dicho defecto de carácter. De este digo, de los demás es harina de otro costal.
Da grima (disgusto, sensación desagradable) que el auto engaño en los funcionarios públicos se perfile a engañar también a la ciudadanía. Pero da gusto (placer, deleite) que no lo logren. Algunos funcionarios públicos que llegan a serlo sólo por el amiguismo y otros motivos que no son la capacidad y el compromiso con el progreso, juegan a tapar el sol con un dedo. Esta es otra forma del autoengaño.
Las mentiras nunca se convertirán en verdades. Paul Joseph Goebbels, ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich en la Alemania nazi, estaba equivocado cuando pretendió convertir mentiras en verdades repitiéndolas un millón de veces. Goebbels tenía el defecto de carácter que es el auto engaño, como también lo tuvo su füerer, Adolfo Hitler, lo que deja entrever que el auto engaño también es una sicopatía.
Ojalá que dicho defecto de carácter en nuestros funcionarios no sea proclive al fascismo, pues el horno ya no está para bollos.