El presupuesto es un laberinto
José Antonio Meade, ¿el candidato?
El eco de la pasada asamblea nacional del PRI es estruendoso e insistente: Enrique Peña Nieto, como en los mejores tiempos del presidencialismo priísta, que semejaba una omnipotente dictadura de partido sexenal, ya decidió quién será el candidato del PRI: José Antonio Meade, un político y tecnócrata sin militancia partidista, actual secretario de Hacienda y Crédito Público, pero que también fuera integrante del gabinete del panista Felipe Calderón Hinojosa.
Los “candados” recién abiertos en la asamblea priísta, hacen factible que el apartidista José Antonio Meade, que es licenciado en derecho por la UNAM, licenciado en economía por el ITAM y doctor en economía por Yale, sea el candidato presidencial como “externo” y “simpatizante”, lo que refleja la poca confianza que el “gran elector” le tiene a sus compañeros priístas, incluido el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Wong.
Es verdad que Meade ha sido un funcionario destacado por su eficiencia y que hasta donde sabemos “no tiene cola que le pisen”, lo que lo haría un buen adversario de Andrés Manuel López Obrador, el puntero en los sondeos de opinión que presume de honesto y de llevar una vida inspirada en Benito Juárez. Empero, los métodos de recaudación de los apoyos económicos para la campaña de AMLO dicen lo contrario.
Tiene Meade en contra, el ser poco conocido entre el electorado, pero la maquinaria priísta lo haría popular en un par de meses, como lo hicieron con Ernesto Zedillo Ponce de León en 1994, un candidato presidencial de emergencia por el asesinato de Luis Donaldo Colosio y que venciera con amplitud de votos al muy popular candidato perredista Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Si Enrique Peña Nieto logra la candidatura de José Antonio Meade o Aurelio Nuño Mayer, el secretario de Educación Pública, que al parecer es el “Plan B”, mostraría una fuerza política que hasta ahora no le han reconocido la “comentocracia” de los medios de comunicación.
Si el candidato es Miguel Ángel Osorio Chong, estaría claro que Peña Nieto no pudo vencer a la falange del viejo PRI, que incluye a los gobernadores del “tricolor” y a los cuerpos de élite del poder legislativo.
Obvio es que los llamados “poderes fácticos” del país apoyarían la pre-candidatura de José Antonio Meade, como lo harían con la de Aurelio Nuño Mayer, este un joven político capaz y de “mano dura”, artífice de la Reforma Educativa, quizá la mayor de las reformas de Peña Nieto.
La división al interior del PAN y lo intrincado de los proyectados frentes opositores de los partidos de izquierda, dejan entrever que la pelea por la Presidencia de la República será entre el PRI y Morena.
Y “si pensamos mal”, el PAN, escindido, terminará haciendo una alianza de facto con el PRI.
De los candidatos independientes poco hay que analizar. Falta poco tiempo para las elecciones, como poco es el dinero que tendrían para construir candidaturas fuertes con opción de triunfo.