Teléfono rojo
La rifa del tigre
En el Hontanar del miércoles pasado, aquí en Quadratín-Guerrero, escribimos que aún no conocemosla dimensión de la crisis económica que se no viene encima, producto de muchos factores, como el costo de la reconstrucción de Ciudad de México y de las muchas poblaciones destruidas por los terremotos de septiembre pasado, y que Acapulco, cuyos visitantes, en su mayoría, provienen del altiplano, no registrará una ocupación hotelera ni siquiera cercana al cien por ciento.
Ojalá nos equivoquemos.
Y, para que la equivocación se concrete, la Secretaría de Fomento Turístico del Gobierno del Estado deberá promover a Acapulco en los estados del centro del país que no fueron afectados por los sismos, lo que dudamos sea posible, pues el titular de esa dependencia, Ernesto Rodríguez Escalona, es uno de los precandidatos del PRI a la presidencia municipal de Acapulco, aspiración que lo mantiene ocupado. Lo correcto sería que renunciara a la secretaría para dedicarse a su precandidatura, que aparentemente cuenta con todo el apoyo del subsecretario de Gobernación René Juárez Cisneros, para que alguien más inicie esa campaña de promoción turística que paliaría la crisis económica que amenaza a Acapulco si la temporada invernal es de muy baja ocupación hotelera, como el pesimismo, que no es otra cosa que el optimismo bien informado, lo pronostica.
Vemos con tristeza el abandono de Acapulco. El gobierno del estado no interviene, como debería ser, por aquello del Municipio Libre. El gobierno federal está ausente, ausencia que denota una irresponsabilidad que no se merece Acapulco, que fuera hasta hace unos treinta años el principal centro turístico del país, de fama internacional y cuya captación de divisas extranjeras en mucho ayudó al desarrollo del país.
Acapulco fue utilizado y después desechado. Cancún, Huatulco, Los Cabos y etcétera, fueron creados para diversificar la oferta turística del país. El viejo Acapulco, tendría suficiente con el turismo social del altiplano. ¿Cómo lo ven? Inmerecido, ¿verdad?
Por ello duele que los gobernantes y funcionarios guerrerenses se sumen a esa acedia, que no es otra cosa que la pereza cuando de promover a Acapulco se trata, y que se torna en tristeza, amargura y angustia entre quienes estamos preocupados por el destino de esta histórica ciudad y puerto.
Y ya que escribimos sobre los aspirantes a suceder a Evodio Velázquez Aguirre en la presidencia municipal de Acapulco, tenemos que agregar la obligación que tendrá quien resulte ganador “de la rifa del tigre” de regresarle a los acapulqueños y visitantes la Plaza Juan Álvarez (el zócalo) que está convertida en un mercado insalubre y horroroso.