Teléfono rojo
¿Aceptaría Astudillo?
El gobernante estatal debe ganarse, a pulso, la calidad de líder; asumirse como el defensor y protector de los gobernados…, algo así como el patrono social de su estado.
Ser un gestor administrativo en las oficinas del gobierno federal. Si hay escasez de agua en uno de los municipios solicitarle al presidente de la República su participación en la solución del problema. Así lo hizo el gobernador Caritino Maldonado Pérez que obtuvo del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz las obras del Papagayo I –un pozo Ranney- que solucionó en parte la falta de agua potable en Acapulco. Así lo hicieron los gobernadores Israel Nogueda Otero y Rubén Figueroa Figueroa, que lograron que el presidente Luis Echeverría Álvarez iniciara y concluyera el sistema Papagayo II, llegando un poco más de cinco mil litros por segundo al entonces principal centro turístico del país.
Pero el tiempo no pasa en balde, los sistemas de captación y bombeo envejecieron y las redes de tuberías decrecieron, ya sea por colapso o por la ampliación desmesurada de la mancha urbana, con el resultado de una crisis tanto en la captación y distribución de agua que tiene ya irritada y exasperada a la ciudadanía, pues en algunas zonas hace meses que no les llega agua a sus domicilios.
Dicha crispación social tiene fundamentos alejados de la política y las pugnas partidistas que esta genera: la falta de agua pone peligrosamente en riesgo la salud pública.
Cierto que es responsabilidad del Ayuntamiento de Acapulco y del organismo paramunicipal CAPAMA, que está en quiebra, primero por el saqueo económico que a lo largo de los años ha sido sometido al extremo de la inmisericordia, y segundo por la ineptitud de los dirigentes y funcionarios que poco o nada saben de ese segmento tan importante de la función pública municipal.
Entonces es cuando el gobernador debe intervenir. Sin tocar, siquiera, “con el pétalo de una rosa” la calidad del Municipio Libre y el artículo 115 de la Constitución, hacer acto de presencia…, asumir el liderazgo, ungirse como defensor, protector y patrono de los acapulqueños, pues no es justo que por latrocinios e irresponsabilidades miles y miles de porteños carezcan de agua potable cuando pagan por ese servicio.
Lo ideal sería que el alcalde Evodio Velázquez Aguirre y el gobernador Héctor Astudillo Flores, sin importar a qué partido político pertenezcan y haciendo a un lado posiciones ideológicas, trabajaran juntos para lograr del gobierno federal las obras materiales e hidráulicas que solucionan el problema, pero es algo ya casi imposible. Evodio está en campaña política; busca ser candidato a diputado federal o senador, pues la reelección como presidente municipal la vemos muy difícil: cada familia que carece de agua potable serían votos en contra para su partido, el PRD.
No queda más que la acción individual de Héctor Astudillo, que logre por el bien de Acapulco la intervención del gobierno federal, pues repetimos: la falta de agua potable pone peligrosamente en riesgo la salud pública.
Tiene la palabra Héctor Astudillo Flores. ¿Le gustaría ser el defensor y protector de los más de trescientos mil acapulqueños que carecen de agua potable? ¿Aceptaría ser el patrono de un pueblo injustamente tratado por el Ayuntamiento y su organismo paramunicipal, CAPAMA?