Sin mucho ruido
Ausentes del mundanal ruido
El presidente de la República Enrique Peña Nieto prometió en su campaña electoral y fue reiterativo en los primeros tres años de su gobierno que la paz social se reinstalaría en todo el territorio nacional; que el crimen organizado, que aquí hemos comparado con la mitológica Hidra de Lerna, monstruo policéfalo capaz de regenerar dos cabezas por cada una que se le corte y que Heracles mató en el segundo de sus doce trabajos, sería vencido rotundamente por las fuerzas armadas y las policías federales.
Lamentablemente, cada vez que se encarcela o se mata a un capo de la droga, surgen dos, tres o hasta cinco “cabezas” de nuevos grupos delincuenciales, como en el caso de Acapulco que cuando la Marina dio muerte en Cuernavaca a Héctor Beltrán Leyva, “El barbas”, amo y señor del crimen en una gran parte del territorio nacional(Acapulco entre sus “dominios”) en el puerto guerrerense se atomizó el súper grupo, surgiendo pequeños grupitos nuevos a lo largo y a lo ancho de la ciudad y que tienen a Acapulco como una de las ciudades más violentas del mundo…
…Peña Nieto prometió la paz social y no cumplió, y recientemente reconoció que en ese renglón su gobierno ha sido un fracaso, empero, el gobernador del Estado de Guerrero, Héctor Astudillo Flores, también prometió la vuelta a la paz social en el estado suriano, tanto así que su eslogan de campaña se centró en el orden y paz de reminiscencia porfirista pero un reclamo vivo de los guerrerenses.
Como Enrique Peña Nieto, el gobernador guerrerense reconoce que a dos años de gobierno se ha fracasado en el objetivo de su gestión, con la diferencia de que el mexiquense está en la recta final de su gobierno y Héctor Astudillo no cumple aún ni la mitad del período sexenal para el que fue electo, por lo que se mantiene la esperanza de que en lo que resta de su gestión cuando menos se disminuya considerablemente la presencia criminal en Acapulco, Chilpancingo, Chilapa y toda la región de Tierra Caliente, sin olvidar de que los delitos federales competen al Gobierno Federal, lo que nos vuelve pesimistas (el optimismo bien informado) puesto que el presidente Enrique Peña Nieto tácitamente reconoció el fracaso de su gobierno en el combate al crimen organizado.
Nunca es tarde para volver a empezar.
Se tiene que analizar el porqué de ese fracaso, y no es necesario el concurso de las mentes más brillantes del país, puesto que el origen está a la vista de todos: la protección que algunos políticos municipales, estatales y federales han dado a los narcotraficantes y demás miembros del “selecto club” del crimen organizado, con la participación connivente de los llamados “poderes fácticos”; la complicidad de las corporaciones policiacas y en algunos casos del Ejército, y recuerden el caso del Gral. José de Jesús Gutiérrez Rebollo.
Al gobierno de Enrique Peña Nieto hay que agregarle que fracasó en desenmascarar a los auténticos capos del crimen organizado, de cuello blanco y ausentes del mundanal ruido.