Abatir la impunidad, la madre de todas las batallas
Efectivamente, los partidos cuando más se les necesita están en su peor momento. Ahora le correspondió al PVEM dar muestra del menor sentido de compromiso con la tarea de todo partido. El senador Manuel Velazco, acompañado de la dirigente nacional del PVEM, Karen Castrejón de gira en Coahuila anunciaron la adhesión al candidato de Morena Armando Guadiana, abandonando a quien habían postulado, Lenin Pérez Rivera.
¿De qué sirve el apoyo al candidato de Morena? Absolutamente de nada para efectos de la elección en Coahuila. Guadiana no podrá sumar a su favor a quienes que voten por el PVEM el próximo domingo, más aún en la boleta seguirá apareciendo el nombre de Lenin Pérez. Debe decirse que el PVEM no tiene relevancia electoral en Coahuila, 3.4% de los votos en la pasada elección. El candidato que escogió sí tiene historia, estirpe y prestigio, dos veces presidente municipal de Acuña, exdiputado local y ahora diputado federal. Fundador y líder del partido local Unidad Democrática de Coahuila.
El vacío apoyo a Morena sirvió para que el dirigente nacional de Morena elevara a la condición de corcholata a Manuel Velasco, expresión que denigra, pero califica a quien aspira a la candidatura del oficialismo. Los partidos por sus dirigentes, no por sus militantes están en el juego de intereses de sus dueños; su tarea es participar en las elecciones y para ello se les conceden prerrogativas y un virtual monopolio para acceder a la representación política; no es lo que les ocupa y de ello en Coahuila y en el Estado de México tanto el PVEM como MC han dejado penosa muestra. Es evidente, les interesa el poder y sus beneficios, no la representación y, por lo mismo, la elección no es de su interés.
Al menos el PT se ha mantenido en la contienda. Ricardo Mejía ha resistido todo tipo de presión, incluso la recriminación pública del presidente López Obrador para obligarlo a dar su respaldo a Armando Guadiana. Por lo que respecta a los candidatos la contienda en Coahuila es auténtica, no ha habido declinación de Ricardo ni de Lenin por un elemental sentido de lealtad con los suyos, desde el centro no lo entienden, ellos están obligados a mantenerse en la competencia, aún cuando las condiciones no les resulten favorables.
La elección en Coahuila es resultado cantado. No es cuestión de encuestas, es de los factores y el entorno que inciden en el desenlace de la elección. El gobernador Miguel Riquelme ha hecho todo con acierto, entre otras cosas, construir la candidatura de un joven y hábil político, Manuel Jiménez. Se ha gobernado bien y la aprobación del mandatario está en los primeros lugares, más aún, ha sabido mantener una postura digna, consistente e institucional hacia el gobierno central y al presidente López Obrador. PRI, PAN y PRD suscribieron coalición. El domingo habrá para ellos temprana celebración.
Situación diferente ocurre en el Estado de México. Sólo una sorprendente participación ciudadana podría cerrar la elección. Alejandra del Moral ha mostrado ser buena candidata, pero la circunstancia le es adversa. No sólo está el descrédito del gobierno local y su mandatario, Alfredo del Mazo; también la ausencia de Juan Zepeda en la contienda favorece a la profesora Delfina Gómez. En el voto de las estructuras gana Morena; en el ciudadano, Alejandra del Moral.
El sistema de partidos vive una profunda crisis. Los dos partidos históricos ahora en la oposición han involucionado de manera significativa. Al llegar al poder el PAN perdió su mística ciudadana y su sentido de dignidad política; el PRI va en caída libre al ser asociado a la corrupción y al abuso. A su desprestigio acumulado se le agrega el de su dirigencia nacional quien ahora pretende quedarse con la candidatura presidencial a pesar de la calidad de opciones que aspiran a tal responsabilidad.
El PVEM ha hecho el ridículo. No les importa porque nunca han vivido de su reputación, sino de la componenda con quien tiene el poder; en su momento Fox, después Peña Nieto, ahora López Obrador. En Coahuila han dejado registro de que más que una organización política es un negocio.