Tregua incierta
El pasado 15 de septiembre el Gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo acudió a Televisa donde fue entrevistado por el periodista Carlos Loret en su programa “Despierta”. También estuvo presente Antonio Mazzitelli, representante de la oficina de la ONU contra la droga en México.
En la charla salieron a relucir aspectos preocupantes, como el papel protagónico que juega la entidad en el cultivo de estupefacientes, principalmente goma de opio, sustancia base de la heroína, que mantiene esclavizados a familias enteras que viven en las doce mil hectáreas de la sierra y montaña de Guerrero donde radica este cultivo y la cauda de violencia criminal que trae consigo. Ante ello, el mandatario guerrerense propone legalizar la actividad con fines medicinales, como una válvula que despresurice el clima de tensión y criminalidad originado por la disputa del territorio por los grupos delincuenciales.
Con relación a esta propuesta el representante de la ONU expresó que, para los laboratorios, el problema no está en la oferta, sino en la escasa demanda de productos farmacéuticos a base de morfina, es decir, no hay mercado legal que pueda interesar a las grandes empresas farmacéuticas a invertir en este rubro, pero sobre todo, mencionó dos aspectos muy importantes: el primero, se refiere al hecho de quecno se erradicaría la presencia de las bandas del narcotráfico, si en contraparte no hay un estado fuerte que garantice la seguridad de los involucrados en la cadena productiva (campesinos y empresas). Visto de este modo, ninguna empresa estaría dispuesta a invertir capital en ambientes que le signifique riesgos. El segundo, tiene que ver con el proceso de industrialización que, en el caso de las empresas, utilizaría métodos científicos en los cuales el campesino estaría fuera de concurso y sólo se limitaría al cultivo, pero no más al “rallado de bulbos”. Agregado a lo anterior, el problema se agrava cuando Guerrero no tiene infraestructura en caminos ni vigilancia policiaca confiable para que cualquier entidad económica arriesgue su capital en la construcción de una planta procesadora en el estado.
En resumen, la solución al problema de Guerrero, respecto a la amapola, no está supeditado al pasaporte legal en el cultivo y procesamiento con fines medicinales, si no que el problema sigue siendo la pequeñez del Estado mexicano en materia de seguridad, y el empoderamiento de la delincuencia organizada o no, que le disputa con éxito (lamentablemente) el monopolio legítimo de la fuerza en todo el territorio nacional y, especialmente nuestra entidad, primer lugar nacional y tercero en el mundo en el cultivo de amapola.