Teléfono rojo
Zoológico del hambre
Es notable la intención de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda de combatir la corrupción sin encubrir a nadie, pero lo asombroso de las barbaridades que se acusan en el caso del Zoológico de Chilpancingo, y las airadas reacciones que han provocado, diluyen el mensaje oficial en las redes sociales y los medios de comunicación.
Este debiera ser que se está demostrando con hechos que se castigará la corrupción caiga quien caiga, pero lo que predomina es la idea de una cueva de funcionarios hambrientos capaces de devorarse hasta al gato, y desaparecer al perro a cambio de ganancias.
Ese sabor de boca deja la presunta barbacoa de cabras pigmeas servida en la barra de noticias nacionales con el café de la mañana viendo la televisión.
Viendo los medios la nota es que hay una corrupción asombrosa en Guerrero, y no lo que verdaderamente está sucediendo, que se trata de una acción concreta contra un funcionario acusado de esas increíbles atrocidades, sin ninguna protección de parte de la gobernadora cuyo gobierno está aplicando la Ley.
Y es que son muy indignantes las acusaciones de intercambio de especies por aparatos electrónicos que no aparecen por ningún lado, los decesos simulados de ejemplares, y que se haya llevado a un venadito rescatado prácticamente al matadero para quitarle los cuernos.
Me pregunto si habrá sido buena idea soltar esta bomba mediática justo al día siguiente de que la gobernadora celebró ante juristas que el combate a la corrupción está más fuerte que nunca.
Usar la Semana Jurídica para exaltar el discurso anticorrupción puede ser un escenario adecuado, y tentador. Pero querer darle sentido con un caso que, aunque impactante, está inconcluso puede salirse de control, tal y como se ha reflejado en la información publicada.
En las redes sociales la pregunta más frecuente, además de los memes, es: ¿Quién contrató a este personaje?
Por Whats App circula un texto en el que atribuyen las acusaciones a que José Rubén Nava Noriega sustituyó en el Zoológico a un sobrino del secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales Ángel Almazán Juárez, quien salió a desmentir el anónimo junto con el contralor de estado, Eduardo Loria Casanova, y el director de Comunicación Social René Posselt Aguirre, negando que se trate de un conflicto personal y listando las “posibles sanciones” a que se haría acreedor el exdirector si las instancias legales determinan su responsabilidad.
Pienso que cuando un escrito sin autor saca a tres generales a acribillar a un soldado raso, y de su mismo ejército, la guerra no anda muy bien.
Me hace pensar que no se trató de una decisión debidamente calculada, y sospechar además que efectivamente, el titular de la Semaren pudiera haberse disparado solo.
¿Por qué el énfasis en desechar un pleito personal que no es siquiera argumento en vez de posicionar el mensaje de cero tolerancia a la corrupción que debiera mantenerse en medio del caos generado por lo increíble del caso?
Lanzar una granada implica calcular no ser alcanzado por las esquirlas. No hay que perder de vista que estamos en el año en que los partidos seleccionarán candidatos y que además de la oposición, hay fuego amigo esperando cachar la bomba en el aire para devolverla, junto con muchas más.