Médula
¿Debemos sentirnos culpables?
En estos tiempos en que las autoridades suelen emprender a través de los medios de comunicación y las redes sociales un chantaje emocional colectivo para endosar a los ciudadanos sus propias fallas y omisiones, valdría la preguntarnos si debemos sentirnos o no culpables, por ejemplo, del problema de la basura en las calles.
Es común que cuando se denuncia en estos canales de comunicación el grave problema de los desechos acumulados en varios puntos de las ciudades, no falte quien diga que los ciudadanos son culpables por arrojar su basura en estos lugares, en un intento de desviar la atención de la ineficacia de las autoridades para brindar el servicio de recolección.
Recientemente el secretario de Seguridad Pública de Acapulco, Max Lorenzo Sedano Romano, respondió sobre la denuncia de un ciudadano de que policías municipales quisieron llevarlo detenido por arrojar su basura en un contenedor puesto en la vía pública por el Ayuntamiento precisamente para ese fin, que se le dijo a la persona que debía tirarla en otro porque ese ya estaba lleno.
¿Es responsabilidad del ciudadano andar por toda la ciudad buscando uno vacío porque el camión de la basura no pasó por su casa ni recolectó siquiera la que saturó el contenedor que pretendía utilizar?
¿Qué pasa cuando la gente en lugar de buscar un contenedor, ante esa deficiencia en un servicio pagado con sus impuestos, tira la basura en los llamados puntos negros? ¿También hay policías invitándola a llevarla a un contenedor bajo amenaza de detención? Si así fuera, ya no habría tantos en las calles.
La culpa es un afecto doloroso que surge de la creencia o sensación de haber transgredido las normas éticas personales o sociales, pero en lo que corresponde a estas últimas ¡hay una reglamentación municipal que la autoridad está obligada a cumplir y hacer cumplir!
Ahora bien, sí existe un problema cultural de que muchas personas están acostumbradas a tirar sus desechos en las calles, pero ese cambio de hábitos debe ser inducido por la propia autoridad, con inteligencia, y no con ofensas a los ciudadanos que pagan sus impuestos a cambio de recibir servicios públicos que es irrefutable que dejan mucho qué desear.
Cuando una persona está en una franquicia de comida rápida nadie le dice que al terminar de tomar sus alimentos debe llevar su charola y depositar sus restos en un contenedor que esos negocios suelen tener.
Sin embargo lo hacen al ver que los demás comensales siguen ese procedimiento y que un empleado está dedicado a terminar de limpiar las charolas y llevárselas de nuevo a la cocina.
Eso se llama imposición arbitraria de valores, que no tiene nada qué ver con poner a gente faltando al respeto a las demás personas.
Si hay gente que tira la basura en las calles es porque el gobierno al que se paga por un servicio que es incapaz de prestar con calidad, pese a que está concesionado en buena parte a particulares, no cumple con su responsabilidad, tampoco con reeducar a los ciudadanos a los que prefiere que se les ofenda, ni con aplicar las sanciones correspondientes a quienes ensucien la ciudad. ¿Sentimiento de culpa?
Tampoco es justificación recalcar que anteriores gobiernos tampoco lo hicieron, porque se supone que éstos ya fueron castigados por el voto ciudadano que favoreció al actual gobernante quien prometió en su momento hacer un mejor papel que aquellos, y es obvio que las cosas siguen igual o peor, ya que además de incumplir, se llena de culpas y de improperios a los gobernados.
¿Acaso los ciudadanos también son culpables de las millonarias cantidades que se han aprobado sin licitación a Saneamiento Básico de Acapulco sin que se vean reflejadas en un mejor servicio de limpia? ¿Son responsables de que se esté pagando mucho dinero público a un particular por los camiones que llevan religiosamente un salmo en el parabrisas y que ni éstos, ni los vehículos oficiales, pasen por sus casas?
La única culpa que el ciudadano debe asumir, es haber votado por la persona equivocada para presidir el municipio. ¡Mucho cuidado en el 2018!