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ACAPULCO, Gro., 5 de noviembre de 2021.- Una frase que suele decirse en materia de estadística es “lo que no se puede leer, no se puede cambiar”. En el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) es casi un mantra que se da la mano con “lo que no se nombra no existe”, palabras del filósofo George Steiner que los movimientos feministas han adoptado para defender el lenguaje incluyente.
Así como ocurre con esos lemas, en México hay concordancia entre la estadística y la perspectiva de género, pues este país ha ido incursionando y avanzando año con año en este tema para que las cifras de desigualdad se visibilicen; cerrar las brechas es el objetivo subsecuente.
“México tiene una tradición muy importante en materia de encuestas y estudios estadísticos sobre el tema de mujeres. Cuentan las que fueron a la Conferencia Mundial sobre la Mujer de 1995 en Beijing, que junto con Cuba fueron los países que llegaron con datos. Siempre ha sido un tema muy importante”, dice en entrevista Nadine Gasman activista, diplomática y actual presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres).
Paulina Grobet, coordinadora del Centro Global de Excelencia en Estadísticas de Género de ONU Mujeres México, cuenta en entrevista que por más de dos décadas este organismo y las oficinas nacionales de estadística, los mecanismos para el adelanto de las mujeres y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) “han realizado un trabajo muy sólido a fin de apoyar a los países en su trabajo a favor de la recopilación periódica de datos”.
Open Data Watch, un organismo internacional que evalúa la cobertura y apertura de información de las oficinas nacionales de estadística, ha ubicado a México como uno de los mejores países en apertura de datos estadísticos oficiales; en 2017 incluso estuvo en sexto lugar, según el Inventario de Datos Abiertos (ODIN). En el más reciente, de 2020, el país se ubica en el puesto 29 de 187, por encima de Reino Unido, Francia, Italia o Bélgica.
Nadine Gasman asegura que el que México sea líder en este tipo de estudios se debe a una conjunción de alineaciones. Destaca a las profesionales de demografía y estadística del Inegi, quienes han estado dispuestas incluir la perspectiva de género en las encuestas. “Ellas han empujado esos temas que necesitamos medir y anteriormente sólo se sabían empíricamente. Empezó como la medida del uso del tiempo, pero después fue cómo monetizamos esto, qué parte del Producto Interno Bruto es, y ahí nos damos cuenta de la cantidad de horas que las mujeres dedicamos al trabajo del hogar y de cuidados que no es remunerado, cómo se compara con lo que hacen los hombres y cuánto representaría eso si se considerara en el PIB. Esa es una propuesta de las economistas feministas de hace mucho tiempo”.
Paulina Grobet señala que el conocimiento del mandato normativo de ONU Mujeres y las recomendaciones derivadas de la carta fundamental de los derechos humanos de las mujeres (CEDAW), “han constituido sin duda puntos de partida fundamentales para lograr la operacionalización de los conceptos con fines estadísticos y estandarizar la producción de información a fin de contar con estadísticas comparables al interior de los países y entre los países”.
Los datos con segregación por sexo han sido la clave para entender diversos fenómenos sociales relacionados con la desigualdad entre hombres y mujeres.
La perspectiva de género importa
Desde 1983, México tiene al Inegi, un organismo público autónomo encargado de hacer los censos de población cada 10 años. Pero también realiza encuestas nacionales que han servido para implementar políticas públicas, leyes, campañas e informar a la población sobre cómo está el país en educación, empleo, hogares, violencia, justicia y seguridad.
Un aspecto importante en todas estas encuestas, censos y resultados administrativos es que han sido diseñados con perspectiva de género y hacen visibles las llamadas brechas de desigualdad. “Desde 2012, a través de la Junta de Gobierno, por medio de lineamientos, se incorporó en el Sistema Nacional de Estadística y Geografía de forma que ahora no se puede hablar de que alguno de los productos que elaboramos no lo contenga”, dice Edgar Vielma, director general de Estadísticas Sociodemográficas del Inegi.
Entre las 17 encuestas que a la fecha elabora este organismo (regulares y especiales) son cuatro las que destacan en el diseño de acciones a favor de los derechos de las mujeres: la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) y la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS).
Con la ENDIREH, uno de los objetivos ha sido medir las diferentes formas de violencia hacia las mujeres tanto en el hogar como en el espacio de trabajo u hospitales. Edgar Vielma explica que la ENOE, por su parte, abarca las brechas diferenciales de participación en el mercado laboral. “Más de 70% de los varones están económicamente activos y las mujeres 43%. Ese tipo de brechas en un país que busca industrializarse, tecnificarse, llama mucho la atención y lo que se desea es saber las causas de esa brecha tan importante, que en otros países similares a México existe, pero es mucho menor”. La ENUT aborda esa temática en profundidad.
La ENDIREH y ENUT son las dos encuestas esenciales en términos de política pública. La primera, recalca Nadine Gasman, es central en el tema de violencia contra las mujeres, y la segunda es “una herramienta central para los temas de empoderamiento económico y cuidados, que ahora se ha vuelto más relevante en nuestra agenda”.
Los datos que arrojan la ENDIREH y la ENUT han servido para hacer campañas, publicaciones, pedagogía, comunicación, crear consciencia y llamados a redistribuir el trabajo en casa. “No es lo mismo decir que las mujeres trabajamos más que los hombres que decir que las mujeres trabajamos 15 horas más que los hombres en trabajos de cuidado a la semana”, dice Gasman.
“Tanto la sociedad como el propio Estado le dan la responsabilidad de los cuidados a las mujeres, esto provoca un desbalance de la falta de oportunidades para poder ser competitivas en el mercado laboral”, asegura Vielma, directivo del Inegi.
Por su parte, la ENADIS aborda la discriminación en un espectro más amplio de población, como la LGBT+. Esta encuesta fue elaborada en 2017 en coordinación con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
Nuevos tiempos, nuevos estudios
Los “temas de género” se suelen pensar como sinónimo de aquellos que son “de mujeres”, sin embargo, quienes estudian este campo advierten que se debe incluir también a la diversidad de la comunidad LGBT+. En ese sentido van las nuevas miradas de los estudios y encuestas que están realizando tanto el Inegi como el Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG).
“Para muchas autoridades, los temas de género no se han visto como algo prioritario, esa es una de las razones por las que no se hacen estudios tan específicos”, explica Edith Ortiz Romero, investigadora del CIEG. Dado que los temas de género aún no se transversalizan en muchos estudios o encuestas nacionales, la perspectiva de género “provoca a veces resistencia, además de que se necesita mucho presupuesto”, agrega.
A pesar de que esta inclusión es aún una deuda pendiente en las encuestas más importantes, tanto la UNAM como el Inegi están dando pasos adelante, este último está levantando en campo la Encuesta Nacional de Diversidad Sexual y Género. De acuerdo con Edgar Vielma, aborda el concepto de identidad: “Se está realizando por primera vez. Terminaremos la primera quincena de enero 2022. Busca ver el desarrollo y los derechos de las personas en términos de su identidad de género y preferencias sexuales, y si es que llegan a ser vulneradas por estas mismas”.
En 2020 surgió la Coordinación de Igualdad de Género de la UNAM, que ha impulsado varias encuestas y estudios importantes dentro de la comunidad universitaria. La más novedosa y reciente es la primera Consulta universitaria sobre condiciones de igualdad de género de la comunidad LGBTIQ+ en la UNAM, la cual busca identificar los distintos niveles de acceso de las personas LGBT+ a sus derechos universitarios, así como las expresiones de vulnerabilidad y discriminación basadas en su condición sexogenérica. Se está levantando actualmente mediante un cuestionario en línea.
Otra de las investigaciones más relevantes es Intrusas en la Universidad. La publicación analiza cualitativa y cuantitativamente no sólo la presencia y ausencia de mujeres en las carreras y áreas académicas de la institución, sino la forma en que se materializan las relaciones de género en su interior. Permite detectar, por ejemplo, mecanismos de ordenamiento y exclusión involuntarios, como las mujeres y su presencia en las carreras de Pedagogía y Enfermería, y de los hombres en Ingeniería y Matemáticas. Esto también apunta a responder por qué las mujeres han sido relegadas de los espacios directivos y de toma de decisiones, incluso cuando ya han terminado una carrera profesional.
Otros estudios del CIEG que se han hecho desde 2006 abarcan temas como corresponsabilidad; participación económica de las mujeres; hogares, pobreza y género; mujeres en la ciencia o violencia sexual.
Para seguir fomentando las encuestas y estudios con perspectiva de género, en México se organiza el Encuentro Internacional de Estadísticas de Género en Aguascalientes. “Es uno de los legados que el Inegi junto con el Inmujeres, la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y ONU Mujeres hemos tenido durante 21 años y muchos de los desarrollos van a la Conferencia Estadística de las Américas”, dice Nadine Gasman sobre el evento que este año se realiza justo ahora: los días 26, 27 y 28 de octubre.
De los datos a los actos
Si bien México ha demostrado liderazgo en estudios y encuestas a nivel mundial, esto no necesariamente se ve reflejado en un comportamiento de igualdad en la sociedad.
Paulina Grobet explica que ONU Mujeres ha identificado la mejora de los datos, las estadísticas y los análisis de género como una de las tres grandes líneas de trabajo con las que México se ha comprometido para alcanzar la igualdad de género y cumplir con la Agenda 2030, junto con fortalecer la rendición de cuentas y priorizar las inversiones, políticas y programas.
En la creación de políticas públicas entra el trabajo del Inmujeres, que si bien no es una institución que produce información estadística, impulsa a que se hagan encuestas necesarias. “Hacemos análisis más finos de las encuestas que levanta el Inegi, somos parte de su Consejo y hemos apoyado para incorporar la perspectiva de género, interseccionalidad en los censos, en otras encuestas que tienen mucho valor para conocer la situación de las mujeres en México”, dice Gasman.
Con el cruce de datos que proporciona el Inegi y el apoyo de ONU Mujeres, el Inmujeres, según cuenta Gasman, ha hecho cuatro publicaciones que abarcan dónde se cometen los feminicidios, el tipo de armas, la distribución estatal, y en el marco de la pandemia de COVID-19 realizaron una encuesta nacional sobre las necesidades de cuidado en la administración pública federal.
“Tener datos como que 66% de las mujeres ha sufrido algún tipo de violencia en su vida crea una necesidad imperiosa de tener políticas públicas y a partir de ahí se crean programas de atención, como los apoyos a los refugios, políticas en el sistema nacional de prevención, atención, sanción y erradicación de violencia contra las mujeres y cada vez vamos teniendo más elementos”, dice la presidenta del Inmujeres.
Una de las políticas públicas que se están gestando en este sentido es la creación del Sistema Nacional de Cuidados. El proyecto reforma los artículos 4 y 73 de la Constitución y, entre otras cosas, propone que el Estado garantice el derecho al cuidado digno con base en el principio de corresponsabilidad entre mujeres y hombres, las familias, la comunidad y el mercado. Así como “la libertad que tienen las personas para decidir si adquieren o no como obligación el cuidar a quien lo requiera, y el derecho para decidir la distribución del tiempo propio acorde con sus necesidades e intereses”, según publica el Senado de la República.
En el “Diálogo sobre el Sistema Nacional de Cuidados”, Belén Sanz Luque, representante de ONU Mujeres en México, consideró que con este proyecto, el Estado mexicano tiene la oportunidad de reconocer, garantizar y proteger el derecho al cuidado y colocarse a la vanguardia con su incorporación en la Constitución. Al contar con una política nacional de cuidados en México, apuntó, “se contribuirá a garantizar servicios de accesibilidad, calidad y suficiencia; sería un generador de empleo que transformará la realidad de personas y mujeres”.
Las entrevistadas coinciden en que en la pandemia se ha puesto más atención a las repercusiones de estas brechas de desigualdad, sobre todo en el tema del trabajo en el hogar, la educación de menores de edad y el cuidado de personas adultas mayores y enfermas. Eso que tanto han marcado las encuestas y estadísticas por años se agudizó en las dinámicas de los hogares durante el confinamiento.
“Que el Inegi, por medio de todos sus programas estadísticos, evidencie lo que están viviendo distintos grupos poblacionales es lo que permite, por lo pronto, no tener desconocimiento. Si hay algo más grave que el problema en sí mismo, es no saber que lo tienes”, concluye Edgar Vielma.