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CIUDAD DE MÉXICO, 1 de noviembre de 2017.- Noviembre llega a Michoacán con la luz de veladoras y el aroma y color naranja intensos del cempazúchitl. Es la Noche de Muertos o de Ánimas, como la llaman los purépecha, una celebración de raíces indígenas y formas cristianas, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), señala que las festividades indígenas por el Día de Muertos, como se le conoce popularmente, forman parte de la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial, proclamado desde el año 2003 e inscrito en el 2008, al tiempo que enfatiza la importancia de su significado en tanto se trata de una expresión tradicional -contemporánea y viviente a un mismo tiempo-, integradora, representativa y comunitaria porque en la cosmovisión indígena implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en sus honor.
Días antes los panteones se limpian y adornan con esmero. Junto a la Basílica de Pátzcuaro se instala un gran mercado de flores. Don Juan Tenorio se sube a los escenarios de Pátzcuaro, Tzintzuntzan y Cuitzeo. Hay desfiles y concursos de altares en pueblos y ciudades. Michoacán está de fiesta.
Las Ofrendas: En Michoacán, las celebraciones comienzan desde el 31 de octubre, con la cacería del pato, actividad a punto de desaparecer por la escasez de palmípedos, pero que aún se efectúa, a la que sigue la colocación del altar de “angelitos”, el primero de noviembre, para concluir con las honras a los difuntos el día dos. Estos rituales se llevan a cabo principalmente en la región lacustre del lago de Pátzcuaro y algunas otras comunidades purépechas.
Velación de los Angelitos: Para el día primero de noviembre se ponen ofrendas y altares a los “angelitos”, o muertos chiquitos que han dejado el mundo de los vivos. Si es su primera ofrenda, el padrino de bautizo lleva un arco, el cual será arreglado con flor de cempoalxóchitl o tiringuini-tzitziqui (en p’urhepecha, flor amarilla) y flor de ánima, propias de esta época; asimismo, lleva dulces de azúcar con figura de ángel o de animalitos, juguetes e inclusive ropa, como parte de la ofrenda.
Velación de los Muertos: El 2 de noviembre la ofrenda está dedicada a los difuntos grandes o adultos. La velación comienza la noche del día primero con la preparación de las ofrendas que se han de colocar en las tumbas o en los altares familiares y concluye ya entrada la mañana del dos. Para los muertos recientes, es decir los de primera ofrenda, las honras empiezan con el novenario, que inicia nueve días antes, haciendo coincidir el último día con el de muertos; familiares y amigos allí reunidos se ponen a rezar el rosario y piden por el eterno descanso del alma del difunto.
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