Explosión de transformador deja una mujer lesionada en Acapulco
ACAPULCO, Gro., 2 de noviembre de 2024.- El biólogo marino Juan Barnard Ávila narró cómo presenció el ataque armado contra un hombre a unos metros del Club de Yates la noche del viernes.
En un mensaje que compartió en redes sociales, contó que un motociclista fue asesinado a tiros por otros dos que se marcharon sin que nadie los detuviera en una vigilada avenida Costera Miguel Alemán, en el fraccionamiento Las Playas.
Describió lo circunstancial que resultó el paso de los paramédicos en ese momento y que brindaran los primeros auxilios a la víctima, luego de que había recibido varios disparos y sobre la impotencia, a pesar del esfuerzo que ellos hicieron.
Incluso, compartió que sus añejos conocimientos sobre primeros auxilios eran rebasados con la preparación de las nuevas generaciones cuando veía el intento por reanimar a la víctima que de igual manera se trató de un esfuerzo en vano.
Confesó su enorme preocupación por la escalada de violencia que todos los días a cualquier hora, cobra la vida de alguna persona e incluye a las víctimas del fuego cruzado.
El fotógrafo profesional submarino cuestionó cuál es el mundo que quedará para las generaciones venideras y advirtió que ante la cercanía del fuego, él también podría tomar un arma para defender a sus seres queridos, a pesar del terror que ha tenido por las armas.
A continuación, el texto íntegro que ha compartido y que ha generado reacciones de solidaridad, pues relata la zozobra en la que todos los acapulqueños viven cada día:
Una luz roja significó la muerte ante mis ojos.
Presencié por la tarde noche (del viernes) el asesinato o ejecución de un hombre en su motocicleta frente a mí a no más de 10 metros de donde estaba esperando el taxi. Era el reporte que estoy leyendo, y que alguien hizo oportunamente frente a la gasolinería del Club de Yates, llamé al 911 de inmediato, a tan sólo 30 segundos de presenciar la ejecución, estuve desviando el tráfico para evitar algún accidente posterior ya que no había mucho que hacer, estaba agonizando, recibió cinco impactos, y si apenas lo comento ahorita, es porque primero ayudé a desviar el tráfico.
Esto no me es tan común en mi tranquila vida de biólogo marino, proveniente de un Acapulco no muy lejano, lo mejor fue que llegó una ambulancia coincidentemente a los cinco minutos que iba a su guardia en el Club de Yates, y junto con una doctora apoyamos al paramédico (excepcional su entrenamiento, fui paramédico hace mil años) y desafortunadamente fue imposible reanimarle aunque trabajamos en la resucitación los tres en equipo hasta que el paramédico tomó la decisión correcta de parar la reanimación. Sólo una oración por el pude hacer.
Hoy quiero comentar mi gran preocupación porque estoy reconstruyendo aquí en mi casa todo lo presenciado en primera línea y que la trayectoria de no haber impactado al hombre pudo haber llegado a mi cuerpo y hoy yo sería un daño colateral más de los cientos en todo el país.
Recuerdo todavía escuchar las detonaciones y no poder identificar el origen aún en la cercanía. Mi cerebro no asimilaba que esto sucedía a escasos metros de mí, pero me doy cuenta que aún así pude reaccionar de forma serena para proteger mi propia integridad que fue quedarme quieto y no intentar ser un héroe.
Siento como haber estado en un caleidoscopio, donde las imágenes eran difusas ante mis ojos. Borrosa quedó la imagen de un par de sicarios que disparaban hasta vaciar su arma casi a quemarropa a un ser humano, ver cómo caía en cámara lenta y como huían en otra motocicleta sin poder ver más por la camioneta colectiva que estaba a un costado más adelante de los hechos y que arrancó de inmediato con el terror adentro de esta de lo que oían y ellos los sicarios camuflados por la noche, arrancaron después del último disparo de inmediato me imagino a los pasajeros aterrorizados de la camioneta colectiva, que al igual que yo, no tenían por qué haber estado en ese preciso instante, en una luz roja.
Mi reflexión es que aunque estoy leyendo casi a diario de este tipo de incidentes desde la comodidad de cuatro paredes que me siento protegido, hoy y con una frecuencia impresionante donde las luces de alarma se me prenden y me dicen: Juan ¿Estás seguro? ¿Te sientes seguro? ¿Quieres vivir así? Sé que muchos tendrán diferentes respuestas y quizás algunas serán coincidentes conmigo o quizá no.
Pero algo es seguro, hoy es cada día más difícil salir sin sentir esa ligera zozobra de no saber si voy a volver o peor aún, cuando los crímenes sean efectuados contra nuestros hogares o dentro de ellos y no habrá manera de protegerse más que la de hacer valer la ley por nuestras propias manos, con la seguridad que a nosotros sí se nos aplicará todo el peso de la ley, si cometiéramos el terrible error de matar a un maleante, además de esperar una venganza por parte de ellos.
Yo no merezco vivir así, mis hijos no merecen vivir así, las siguientes generaciones no merecen vivir así.
¿Tendré que buscar armarme, tener un arma en mi casa o salir con ella? ¿O si hoy que estuve a 10 metros de esto mañana será más cerca o yo seré el agredido?
O aún peor tendré que levantarme en armas para defender a mi país, a mi familia, a mis vecinos o a todos esos niños que a pesar de no ser una tradición de nuestro país ayer salieron a pedir Halloween (en compañía de sus padres) como muchos de nosotros salíamos casi a diario sin la zozobra que yo mencionaba antes.
Ayer (jueves) estaba feliz de ver tantos niños que caminaban por la colonia donde vivo y que hoy sólo lo hacen una o quizá dos veces al año. Ese es el Acapulco que queremos para ellos. Educarlos en los valores y principios de la honestidad y de la rectitud el respeto por nuestra constitución e integridad familiar debe ser lo que mejor podemos hacer si queremos tener un mundo mejor.
Pero estoy pensándolo muy seriamente que si fuera necesario levantarme en armas por un mundo mejor lo haré.
Yo ya llevo haciéndolo desde hace muchísimos años en mi ámbito y defiendo la vida de los ecosistemas pero hoy lo estoy pensando por ustedes y los que vienen atrás de nosotros y lo digo aún teniendo pavor por las armas, alguna vez ya lo hice por mi familia y dije que no lo volvería a hacer, tomar un arma otra vez. Pregunto otra vez ¿Hasta cuándo?
P. D.: Sigo impactado y me preocupa aún más cuando ya no le demos importancia a estos eventos y lo veamos como algo normal. Seremos inhumanos o peor aún unos cobardes con la cara de humanos y estamos condenados a desaparecer. Que podredumbre de sociedad estamos formando.