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CHILPANCINGO, Gro., 27 de octubre de 2018.- Niñas y niños de las comunidades indígenas El Ahuejote y Chilacachapa, del municipio de Tixtla, recolectan flores silvestres y las ofrecen a los automovilistas que transitan por la carretera federal Chilpancingo-Chilapa, para contribuir al ingreso económico de sus familias.
De septiembre a noviembre, en estas localidades nahuas ubicadas al borde de la carretera que conecta las regiones La Montaña y Centro, las familias cosechan maíz, calabaza y frijol. Los niños, siguiendo la actividad de sus padres, se dedican a la recolección de gigantona cacaloxuchitl y zacayautli (pericón), flores por las que obtienen 10 pesos si logran vender un manojo a los conductores.
En estas comunidades escasea el empleo y la actividad de los niños, que ellos toman como un juego, sirve para contribuir al sustento del hogar, pues los campesinos apenas logran conseguir 350 pesos por un bulto de maíz de 50 kilos.
En la comunidad de Chilacachapa, una zona fría de Tixtla, niños de seis a 11 años juegan en los campos cortando flores, con las que elaboran adornos o las envuelven con palma para así ofrecerlas a la orilla de la carretera.
En el poblado vecino de El Ahuejote, los infantes también se colocan al borde de la vía federal y junto a sus padres ofertan elotes, tamales y flores.
El Sistema de Apoyo para la Planeación de la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno federal tiene identificadas a El Ahuejote y Chilacachapa como poblaciones con un grado de marginación “muy alto”.
Ambas comunidades comparten indicadores de rezago social, por ejemplo, más del 30 por ciento de la población es analfabeta y más del 50 por ciento de las viviendas carecen de agua potable.
Por ello es común observar a niñas y niños vendiendo flores entre los kilómetros 17-21 de la carretera federal Chilpancingo-Chilapa, arriesgándose a que un vehículo los arrolle.