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CIUDAD DE MÉXICO, 18 de marzo de 2017.- La osamenta encontrada en 2014 en el sitio arqueológico de Tlailotlacan, en Teotihuacán, probablemente pertenezcan a una persona de la élite maya que vivió entre los años 570 y 660 D.C; tenía entre 35 y 40 años de edad al momento de su deceso y presenta la mayor cantidad de deformaciones y modificaciones corporales intencionales, así como elementos únicos de prestigio, localizados hasta el momento en esa antigua urbe.
Hallados en el piso del Cuarto 2 del Entierro 13, en posición estirada boca arriba, se añadió en un comunicado, los restos de la mujer estaban acompañados de una ofrenda de 19 piezas de cerámica, las cuales fueron estudiadas recientemente por investigadores del Servicio Arqueomagnético Nacional (SAN) del Instituto de Geofísica de la UNAM –con sede en Morelia, Michoacán–, a cargo de Avto Gogichaishvili, Juan Morales y Ana Maria Soler.
La datación de la osamenta de la mujer de Tlailotlacan apunta a la misma temporalidad de Álvaro, los restos de un hombre encontrados en la zona de Cuitzeo, Michoacán, con tratamiento dental complejo y datado también por los académicos de esta casa de estudios.
Gogichashvili sugiere que “esta conexión da la pauta para suponer que ambos vivieron durante una época de desarrollo en tratamientos terapéuticos dentales en la región mesoamericana”, pues ella tenía una prótesis dental de jadeíta en uno de los incisivos centrales inferiores.
“Esto es un hallazgo único”, acotó Verónica Ortega, arqueóloga de la zona de Teotihuacán, quien informó que en la mujer también se identificaron otras modificaciones dentales en los incisivos centrales superiores, con incrustaciones de pirita, para lo cual –según los arqueólogos– se requirió de un taladrado en el esmalte, una técnica reportada principalmente en la zona maya de Petén en Guatemala.
Además, presenta una deformación intencional del cráneo (modificación cefálica intencional de tipo tabular con compresión frontal-occipital, nuca) que no es común en la población teotihuacana.