La superioridad moral
El caso de Bernardo Ortega y el PRD de Guerrero
Bernardo Ortega Jiménez es un político del PRD que ha sido dos veces diputado local en el estado de Guerrero, de 2005 al 2008 y del 2012 al 2015. En esta última ocasión se desempeñó como coordinador de la fracción del PRD y presidente de la Comisión de Gobierno, la instancia que se encarga del control de las actividades del Congreso del estado. Antes, del 2002 al 2005, fue presidente municipal de Quechultenango. Ahora será nuevamente candidato del PRD a diputado local por la vía de las urnas en el distrito 24, según se dio a conocer el día 16.
Bernardo Ortega tiene su propia corriente, Movimiento Alternativo Social (MAS), con la cual retuvo en los tres años recientes el control de la fracción perredista en el Congreso del estado mediante una diputada afín a él. Es, pues, un político importante y de los que deciden dentro del PRD de Guerrero. Pero no es por eso ni por su trabajo legislativo por lo que Bernardo Ortega se distingue, sino por otra condición excepcional, única en Guerrero y quizás en el país: es hermano de los jefes del grupo criminal conocido como Los Ardillos, que desde hace años despliega su fuerza en la región de Chilpancingo-Chilapa y sostiene una encarnizada disputa por el territorio con Los Rojos.
La banda de Los Ardillos fue fundada por el padre de Bernardo Ortega, Celso Ortega Rosas, y ya existía hace diez años, cuando él se desempeñaba por primera vez como diputado local. Ortega Rosas, a quien se apodaba La Ardilla, fue detenido por la Policía Federal a finales de 2008, luego liberado en una fecha desconocida y en circunstancias que no fueron informadas, y finalmente asesinado a balazos el 26 de enero de 2011. Un comunicado oficial de la entonces Secretaría de Seguridad Pública federal, fechado el 23 de diciembre de 2008, establece que Celso Ortega Rosas fue capturado por haber participado en el secuestro y homicidio de dos agentes de la entonces Agencia Federal de Investigación, ocurrido en agosto de 2007, cuyos cuerpos fueron encontrados posteriormente en Mochitlán, población cercana a Quechultenango.
El grupo de Los Ardillos fue creado por el padre y los hermanos de Bernardo Ortega en la comunidad natal de la familia, Tlanicuilulco, en el municipio de Quechultenango, antes incluso de que Bernardo Ortega fuera presidente municipal, y ya desde aquellos años se le atribuían secuestros, asesinatos y despojos. Muerto el padre de los Ortega Jiménez, los hermanos de Bernardo –Celso, Iván y Antonio Ortega Jiménez– se quedaron al frente del negocio. En los diez años recientes, el grupo de Los Ardillos pasó de ser una banda municipal a ser considerado en la actualidad un verdadero cártel al control de una amplia zona en la que ha impuesto el terror sobre la población. Mientras eso sucedía, Bernardo Ortega consolidó su fuerza política dentro del PRD, de cuyo Consejo Estatal fue presidente, hasta llegar a ser jefe político del Congreso del estado, señaladamente durante el gobierno de Angel Aguirre Rivero.
Nada de la información mencionada es exclusiva de esta columna. Toda es pública. Por ejemplo, así registró en su momento el diario La Jornada Guerrero la captura de Celso Ortega Rosas: “Veinte años tardó la autoridad en actuar en Tlanicuilulco y detener a Celso Ortega Rosas, alias La Ardilla, padre del ex diputado local y ex presidente municipal del PRD en Quechultenango, Bernardo Ortega Jiménez, se quejaron habitantes de esa comunidad, quienes pidieron el anonimato por temor a represalias. Contaron que durante 20 años en Tlanicuilulco la única ley que había era la implantada por Celso Ortega y nadie podía oponérsele, pues era una segura sentencia de muerte”. (La Jornada Guerrero, 5 de enero de 2009)
Y sin embargo, pese a que es un caso muy conocido y documentado en Guerrero, un férreo silencio gubernamental y partidista ha rodeado siempre este capítulo de la trayectoria de Bernardo Ortega. De tanto en tanto, el propio perredista se ve obligado a hacer referencias públicas a Los Ardillos, e invariablemente niega cualquier vínculo con sus hermanos y sus actividades criminales. “Yo soy responsable de mis actos y de mis hechos, y cada uno que sea juzgado por la población y por Dios por lo que ha hecho”, dijo apenas en enero pasado, cuando informó que buscaría otra vez ser diputado local por el distrito que incluye a Quechultenango y Tixtla, la misma región en la que desarrollan sus actividades sus hermanos.
Ese mismo silencio circunda ahora la nueva postulación de Bernardo Ortega. Nadie en el PRD discute la moralidad de su candidatura. Nadie lo confronta. Nadie lo cuestiona. Nadie parece saber que es hermano de criminales activos y buscados por la justicia. Aparentemente nunca ha sido investigado para comprobar si es verdad que no tiene relación con las actividades delictivas de sus hermanos, como él ha dicho siempre, pero organizaciones de víctimas han denunciado que brinda protección política a Los Ardillos e incluso que es el verdadero jefe de este cártel.
Es posible que detrás de este silencio y de la falta de acciones oficiales se encuentre el temor. Se sabe que cuando fue diputado en el 2012 y el 2015, inspiraba temor en su trato dentro del Congreso. Todos sabían, como se sabe ahora, que tiene detrás suyo a un grupo criminal. La pregunta del caso es si precisamente gracias a eso es que será nuevamente candidato del PRD. Como sea, es un escándalo de grandes dimensiones, y una bomba potencial, que este personaje haya encabezado al Poder Legislativo y que ahora el PRD lo lance otra vez para el Congreso de Guerrero. ¿De veras a nadie le importa?