Siguen sin entender a Trump
Doble nacionalidad insalvable
En la visita que López Obrador realizó el sábado pasado a Ciudad Altamirano, Guerrero, no estuvo acompañado por la candidata de Morena al Senado, Nestora Salgado. Tampoco lo acompañó a Iguala el 25 de mayo, al muy importante mitin en el que López Obrador ofreció justicia a los padres y prometió crear una comisión de la verdad para el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos.
López Obrador justificó la ausencia de Nestora Salgado en Ciudad Altamirano con el argumento de que la candidata corre riesgo en Guerrero, y recordó que le fueron fabricados los delitos por los cuales estuvo encarcelada y ahora es estigmatizada por el candidato presidencial del PRI, José Antonio Meade.
Pero lo que dijo López Obrador sonó a la retórica de los pretextos. Es verdad que Nestora Salgado se encuentra expuesta a riesgos después de los acontecimientos que produjeron su encarcelamiento en 2013 acusada falsamente de secuestro, pero habría podido muy bien asistir a los actos de López Obrador en Iguala y en Ciudad Altamirano y a los que realice en los próximos días en Guerrero. Sin embargo, parece que la ex comandante de la Policía Comunitaria no estará más junto a López Obrador, ni en Guerrero ni en ningún otro lado durante lo que resta de las campañas, pues a pesar de que la defiende de las acusaciones de Meade, es inocultable que el candidato presidencial de Morena ha empezado a alejarse de ella.
No está claro qué motivaría a López Obrador a retirar en la práctica su apoyo a Nestora Salgado mientras en el discurso mantiene su defensa, excepto el inconveniente jurídico de la doble nacionalidad que posee la candidata, un tema que el PRI puso con fuerza sobre el debate público y en el que le asiste la razón. Si López Obrador busca distanciarse de la ex comandante de la Policía Comunitaria, como parece, sin duda es por la doble nacionalidad.
Sólo una cosa podría provocar esa reacción en López Obrador: que nadie le haya informado, ni la misma Nestora Salgado, que tenía la nacionalidad estadunidense, un impedimento legal serio e insalvable para cualquier candidato a legislador en México, incluido el dirigente minero Napoleón Gómez Urrutia, también candidato de Morena al Senado y también con doble nacionalidad, en su caso la canadiense.
Aparentemente los abogados de Morena y Gómez Urrutia creen poder resolver el problema con la renuncia del aspirante a la identidad canadiense, proceso que estaría en curso y habría sido emprendido desde el principio con el conocimiento y el aval de las autoridades. Quién sabe cuál sea la resolución que el Tribunal Electoral dé a este caso, aunque todo está relacionado con el momento en que el dirigente minero haya renunciado a su segunda ciudadanía: si antes o después de su registro como candidato.
El caso de Nestora Salgado es diferente del de Gómez Urrutia, pues la líder comunitaria ocultó al INE su nacionalidad estadunidense, quizás con la creencia de que nadie se daría cuenta o a nadie le importaría, y hasta donde se sabe no está dispuesta a renunciar a ella, en el dudoso caso de que esa acción representara una solución del problema.
Sacada a flote políticamente por el PRI, su doble nacionalidad le impide a Nestora Salgado ser senadora, y legalmente no existe otra salida que la anulación de su registro como candidata, o en su momento la anulación de su triunfo si éste llega a producirse, como han advertido consejeros del INE.
La Constitución es muy clara en lo que respecta a la adquisición de otra nacionalidad, y establece que los cargos de diputados y senadores están reservados para los mexicanos por nacimiento que no hayan adquirido otra nacionalidad. Los artículos constitucionales que conciernen a este caso son el 32, el 55 y el 58, y no dejan espacio ni para dudas ni para salvedades. Si alguien tiene una segunda nacionalidad no puede ser ni diputado ni senador.
Al contrario de las acusaciones que el candidato presidencial del PRI ha hecho contra la ex comandante de la Policía Comunitaria de Olinalá, su manifiesta inelegibilidad es responsabilidad sólo de ella misma y en todo caso de Morena. No podía ser registrada como candidata, y si su inscripción procedió fue porque no dijo nada sobre ello al Instituto Nacional Electoral, lo que se convierte en un intento de burlar la ley.
Seguramente López Obrador desconocía la doble nacionalidad de Nestora Salgado cuando decidió nombrarla candidata, y es de suponer que de haberlo sabido habría dispuesto anticipar las complicaciones que tal situación originaría. Hoy, es posible que de la indignación por los ataques priistas contra la candidata a senadora, el tabasqueño haya pasado a la molestia por la irrupción y crecimiento de un problema de papeleo que pudo haber sido arreglado a tiempo y que dio a sus adversarios más elementos en su contra.
El hecho es que en este momento ni siquiera su renuncia a la nacionalidad estadunidense le permitiría a Nestora Salgado ser senadora, y cuando el INE o el Tribunal Electoral declaren inviable su registro o nulo su triunfo, será por motivos exclusivamente jurídicos, aunque es previsible que el PRI haga ver esa resolución como un triunfo suyo contra la insensatez de López Obrador que quería en el Senado a una “secuestradora”. Por todo lo anterior no estuvo Nestora Salgado en los actos del candidato presidencial de Morena en Guerrero.