Teléfono rojo
Mancera y la opereta del frente
Hace seis años, confeccionarle a Miguel Angel Mancera una imagen competitiva en la disputa por la candidatura del PRD a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal requirió una inversión de 300 millones de pesos y una vasta operación de medios dirigida por Marcela Gómez Zalce, entonces poderosa jefa de la Oficina del gobierno capitalino.
De acuerdo con fuentes cercanas al desarrollo de esa estrategia, en equipo con un prominente columnista político la hoy directora general del Sistema de Radio y Televisión Digital del Gobierno de la Ciudad de México se propuso y consiguió arrebatarle la candidatura al ahora senador Mario Delgado Carrillo, que en aquellas fechas era secretario de Educación y en el juego sucesorio contaba con el apoyo del jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard.
Todavía no está del todo claro si Ebrard consintió o no pudo impedir el ancho margen de maniobra que desplegó Gómez Zalce, el hecho es que gracias a esa cuantiosa derrama económica, en el 2011 Mancera pasó de ser un procurador de regular presencia pública, que a principio de ese año ni siquiera era considerado en las encuestas, a disfrutar de imagen y considerable influencia política.
A pesar de disponer de una plataforma política envidiable y presupuestalmente abundante, no parece, sin embargo, que el jefe de Gobierno de la Ciudad de México tenga ahora las mismas posibilidades de hacerse de una candidatura presidencial como pretende, cualquiera de las que se hallan disponibles en el mercado partidista, o que obteniéndola, tenga alguna probabilidad real de alcanzar la Presidencia. Al hundir electoralmente al PRD en la capital, Morena hizo pedazos también sus aspiraciones. Otra parte de sus carencias provienen de su poco carismático estilo personal de gobernar, distante de la ciudadanía.
La propuesta de crear un Frente Amplio Democrático, anunciada el domingo pasado por la dirigencia nacional del PRD para construir una “nueva mayoría política y social”, es el vehículo político con el que Mancera intenta concretar su aspiración.
En busca de argumentos en defensa de su propuesta, el PRD dijo que “para el 2018 se espera una elección inédita y altamente competida”, en la que “se perfilan tres grandes tendencias electorales. Una que impulsa el extremismo y la polarización social y política del país”, en referencia a Morena y Andrés Manuel López Obrador, y “otra, la del PRI”, que representa la continuidad, el statu quo y la defensa del “modelo de desarrollo neoliberal”. La tercera tendencia, la suya, “plantea la construcción de una nueva mayoría política y social, que represente la pluralidad democrática de México”, sostuvo.
El PRD planteó que el Frente Amplio Democrático se constituya con ciudadanos y partidos con el objetivo de derrotar al PRI en las elecciones del próximo año, aunque en términos llanos esa convocatoria está dedicada especialmente al PAN, el partido de derecha con el cual la dirigencia perredista había acordado y anunciado hace un mes la formación de esa alianza.
El frente sería en la práctica una alianza PAN-PRD para la elección presidencial de 2018, y política y estratégicamente respondería a los intereses del partido blanquiazul, particularmente a los de su dirigente nacional, Ricardo Anaya. En consecuencia, no existe ningún escenario en el que un pacto entre el PAN y el PRD lleve como candidato presidencial a Mancera, que reclama la etiqueta de independiente, o a alguno de los otros precandidatos perredistas, Graco Ramírez o Silvano Aureoles. Con el 6 por ciento de la intención de voto que las encuestas le dan al PRD para el 2018, este partido carece totalmente de fuerza para negociar una candidatura con el PAN, que tiene el 23 por ciento (Morena encabeza las preferencias con 24 por ciento y el PRI figura en tercer lugar con 13 por ciento en la encuesta de El Universal del 15 de abril).
Mancera carece, pues, de futuro como protagonista del 2018. No le fue suficiente encabezar el gobierno de la capital ni colocar a Alejandra Barrales en el PRD. Esta vez le hizo falta el muy competitivo equipo que hace seis años de la nada lo puso en la Jefatura de Gobierno.