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El silencio de Peña Nieto ante Trump
Un viejo ex director de la Inteligencia Nacional de Estados Unidos, James Clapper, puso ayer en perspectiva el discurso de Donald Trump en Phoenix, Arizona. Dijo que fue “francamente aterrador y perturbador”, y cuestionó que el presidente esté capacitado para dirigir la Casa Blanca. Se refería sobre todo a la delirante vehemencia con la que el presidente se lanzó contra los medios de comunicación de su país y la incoherencia con la que volvió a su posición en defensa de los brotes supremacistas ocurridos en los días recientes en Estados Unidos.
También la ex candidata demócrata Hillary Clinton amplió el horizonte de la percepción pública de Trump al revelar también ayer que durante uno de los debates, aquel en el que el republicano la seguía en el escenario, se le “erizó la piel” al sentir que su oponente casi le respiraba en el cuello. “¿Te quedas tranquila, sigues sonriendo y continúas como si no estuvieran invadiendo tu espacio de manera constante? ¿O te volteas, lo miras a los ojos y le dices fuerte y claramente: ‘aléjate, degenerado?´”, pensó la señora Clinton, según el adelanto de un libro que escribió sobre la campaña del año pasado, que se titula “What Happened” (Lo que sucedió).
El testimonio de Clapper no deja dudas sobre la seriedad del fenómeno Trump. “Trabajé en una u otra forma para cada presidente desde e incluyendo a John F. Kennedy hasta el presidente (Barack) Obama. No sé si he escuchado y visto algo como esto viniendo de un presidente que sea más inquietante”, dijo en una entrevista con la cadena CNN. “Teniendo un cierto entendimiento de las herramientas de poder que están disponibles para un presidente si él elige usarlas, encontré esto francamente aterrador y perturbador”, añadió, en referencia al poder nuclear de Estados Unidos. “Realmente cuestiono su aptitud para estar en esta oficina”, dijo, y concluyó con una hipótesis interesante: “También estoy empezando a preguntarme acerca de su motivación para ello, tal vez él está buscando una salida (del poder)”.
La fuerza y contundencia de las críticas que Trump recibe en su país contrasta, sin embargo, con las reacciones tibias que suscitó en México el histórico discurso que el presidente de Estados Unidos dio la noche del martes en Phoenix, en el que prácticamente sepultó el proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio, casi anunció su salida del mismo y regresó a su proyecto de construir un muro en la frontera para cerrarle el paso a la inmigración. La tibieza de la respuesta del gobierno de México radica esencialmente en la ausencia del presidente Enrique Peña Nieto en este nuevo encontronazo.
Las autoridades del país parecen haber encontrado inspiración en las palabras del ex secretario del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, Lawrence Summers, a quien el discurso de Trump sorprendió en México, donde se encuentra participando en foros del sector privado. Summers dijo que Trump no podrá acabar con el Tratado de Libre Comercio y exaltó la unidad comercial de Norteamérica.
A lo largo del día se fueron expresando opiniones sobre el discurso de Trump, tanto de funcionarios como de empresarios mexicanos. El primero en salir a responder fue el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, quien dijo a la televisión que el gobierno reaccionará “con serenidad, con cabeza fría y firmeza al defender el interés nacional en la mesa”. “Creo que el presidente Trump está negociando, es un negociador con un estilo peculiar, con un estilo muy conocido, incluso ha publicado libros y lo que está haciendo el presidente Trump es negociar”, dijo el canciller. “Hay que tener en cuenta que este es un discurso del presidente Trump en un momento político complejo, le está hablando a su base política, a una multitud de gente que lo apoyó durante la campaña, y es un discurso en el que habló de muchas cosas en un tono colorido”.
Como si no se hubiera producido el pronunciamiento de Trump, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, apenas rozó el tema al decir que México tiene un plan B en caso de que Estados Unidos se salga del TLCAN, que consiste en abrirse al comercio con otros países. Pero también dijo que México sigue comprometido con la renegociación.
Y más o menos igual reaccionó el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, quien expresó que “habremos de conducirnos en la negociación que continúa y que sigue vigente con sobriedad, con temple, sin estridencias y con la certeza de lo mucho que México aporta al dinamismo de la región”.
Y en nombre de las cúpulas empresariales, el presidente del Consejo Mexicano de Negocios, Alejandro Ramírez Magaña, dijo que las declaraciones del presidente estadunidense son parte de su estrategia de negociación.
Lo cierto es que Trump sí puede acabar con el TLCAN. Ayer mismo, el Representante Comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, secundó a su jefe y dejó establecido que en las negociaciones del tratado sigue a pie juntillas las instrucciones presidenciales.
“El Presidente Trump ha sido claro desde el inicio de que si una renegociación del TLC no es exitosa, él se saldrá del acuerdo”, dijo, y eso es lo que él hace en las rondas de negociación, hacer que fluya la posición de la Casa Blanca. (Reforma en línea, 23 de agosto de 2017)
El tono explosivo que Trump usó en el discurso de Phoenix desde luego que es una estrategia de negociación, pero es mucho más que eso. Es la postura de un individuo con raptos demenciales que aterran y perturban en Estados Unidos por cuanto hace a las preocupaciones domésticas. Las reacciones tímidas y como avergonzadas de las autoridades mexicanas reflejan en qué medida Estados Unidos lleva la voz cantante en las negociaciones y en qué medida carecen de perspectiva sobre el impacto real de las palabras de Trump. Es decir, Estados Unidos puede hacer lo que quiera en la mesa de negociaciones o fuera de ella, con la complacencia de sus contrapartes. Ante ello, ¿dónde está la respuesta del presidente de México?
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