Teléfono rojo
Al igual que en el espectáculo taurino, el Partido Acción Nacional dio la puntilla al PRI en siete estados. Aguascalientes, Tamaulipas y Chihuahua con candidatos propios de vieja cepa, y en Puebla con un controvertido millonario cobijado por el gobernador Rafael Moreno Valle, dueño de antros y restaurantes en Puebla y Cholula. Los otros estados en donde el blanquiazul se levanta con el triunfo son Durango, Quintana Roo y Veracruz, con candidatos provenientes de cuna priista en alianza con el PRD.
Con estos resultados el PAN, no da una mordida, sino que se engulle de un solo bocado la quinta parte del padrón electoral nacional que sumado a los otros tres estados que ya gobierna, le otorga estatura para competir con éxito en el 2018.
No obstante, los panistas deben actuar con memoria histórica y no cometer los errores ni trivialidades foxianas, puesto que al centro derecha que representan, se opone un centro izquierda que, no ha quedado nada conforme con los resultados, y una vez purgue entre su dirigencia los virus de la derrota, buscará con denuedo recuperar la confianza perdida entre los electores.
Acción que se vislumbra harto difícil por dos razones principales: la primera, relacionada con la reciente declaración del Secretario de Hacienda Luis Videgaray en el sentido de profundizar más la disciplina fiscal, lo cual equivale a una disminución del gasto público. Cuando el gasto público se ha usado de forma discrecional por los gobiernos populistas para ganar la simpatía del respetable, siempre termina en tragedia y llanto. De ahí que por el lado de la economía el PRI-Gobierno la tiene cuesta arriba.
La otra razón tiene que ver con la carrera del archiconocido aspirante de Morena que maneja un discurso que atrae a las masas, basado en señalamientos de corrupción del presidente Peña Nieto y sus colaboradores más destacados que hasta ahora no han podido desarticular de manera convincente, al contrario, está calando más profundo, gracias a las redes sociales, alimentadas por los marginados del mercado laboral con títulos universitarios.
Con este escenario adverso, para que el PRI asuma un papel protagónico en las próximas contiendas electorales a fin de enderezar el camino hacia el 2018, solo queda un camino: Que el presidente de la República asuma un fuerte liderazgo y toma de decisiones, algunas dolorosas, en el resto de su sexenio, que rompa la burbuja que lo envuelve. Sin este paso, es imposible que su partido refrende su permanencia.