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IGUALA, Gro., 2 de noviembre de 2021.- A pesar del Covid 19 y la violencia, en los panteones de esta ciudad de la región Norte se celebra a los muertos con flores, música y comida. Pero también hay abandono y olvido.
Nuevamente los panteones de Iguala recibieron en sus pasillos a cientos de personas que visitaron a sus difuntos, a los de antaño y a los recientes que fallecieron por diversos motivos entre estos el Covid 19 y la violencia.
En el antiguo panteón municipal, todos los visitantes fueron checados de la temperatura, sometidos a desinfección y se les dio gel antibacterial.
Afuera, las flores y veladoras no bajaban de 40 pesos el ramo de cempasúchil y la flor de terciopelo oscilaba entre los 60 y 70 pesos, y tan sólo una de ellas costaba 25 pesos. La veladora más económica valía 20 pesos. El pago de estacionamiento por una hora era de 25 pesos, cuando en el Centro el precio es de 15 pesos.
Como cada año, salvo el 2019 por la pandemia, la gente se da cita para visitar a sus difuntos. Vienen de diversas partes del estado, del país y hasta de Estados Unidos. Visitan y arreglan las tumbas de los abuelos, los padres, hermanos o esposo. Ahora el Covid y la violencia en las calles han sido las causas más comunes de fallecimientos que no respetan edades ni género.
Los familiares limpian las tumbas y colocan flores y veladoras nuevas, mismas que no durarán muchos días porque trabajadores del Ayuntamiento las lleva al basurero. Los vasos de las veladoras no, estos son reutilizados.
Durante un breve recorrido por el panteón municipal, se escucharon mariachis, grupos norteños y hasta un organillero tocando al pie de alguna tumba. Los familiares, de todas las edades, iban y venían con flores, cubetas con agua, refrescos y algunos antojitos que venden afuera del panteón, estos sí son para los vivos.
Recorriendo el panteón se notan las diferencias socioeconómicas del difunto y sus familiares vivos. Hay tumbas que son a perpetuidad y es notorio que al paso de los años no han tenido visita alguna.
No hay cripta, sólo la tierra que cubre el féretro y alguna señal de una cruz de madera carcomida o de metal oxidado. No hay señal de flores o veladoras anteriores. Sólo hierba y el polvo que nadie quita es la compañía de difuntos que celebran en soledad y abandono el Día de Muertos.
En Iguala, como en otras partes de estado y del país, hay decenas de familias que no tienen una tumba para llevarles flores a sus familiares desaparecidos. Aún viven con la esperanza de volverlos a ver vivos y con el sufrimiento de la incertidumbre.