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CIUDAD DE MÉXICO, 14 de febrero de 2017.- Mientras el parlamento de los Estados Unidos se caracteriza por mantener mecanismos de transparencia y lucha contra la corrupción “de forma clara y completa”, los Congresos de países iberoamericanos, incluido México, carecen de ellos, advierte un estudio del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República.
“La falta de apertura y transparencia de la actuación parlamentaria ha derivado, en no pocas ocasiones, en una sensación generalizada de falta de legitimidad de las cámaras legislativas en diversas democracias, tanto emergentes como establecidas”, expone.
En parlamentos como el de nuestro país –advierten los investigadores del instituto que preside el senador Miguel Barbosa Huerta– “existe una creciente desconfianza de la ciudadanía en las instituciones democráticas”, ente ellas, las que componen el Congreso de la Unión.
“Los ciudadanos han sentido cómo, primero, se agrietaba la relación con sus representantes para, después, ver cómo crecía la brecha que los separaba. De fondo, lo que se estaba gestando era una crisis de representación, que constituía una amenaza potencial para la legitimidad del propio sistema democrático representativo”, explica el documento.
Los órganos parlamentarios mexicanos (Senado de la República y Cámara de Diputados) tienen aún “mucho camino por recorrer en lo relativo a incluir más y mejores mecanismos de comunicación bidireccional y de participación con los ciudadanos”.
Por si fuera poco, el documento pone énfasis en que el sistema de Parlamento Abierto surgió como un aspecto clave para profundizar y avanzar al interior de las democracias actuales, por lo que reconocen que ambas Cámaras del Congreso de la Unión deben ajustarse a ella.
“Sus principios han supuesto una ventana de aire fresco en un sistema que ha ido sufriendo un proceso continuo de desgaste durante las últimas décadas.
“Un deterioro más relacionado con la mala praxis del funcionamiento parlamentario que con la erosión de la idea, como tal, del Parlamento como institución esencial para el funcionamiento democrático”, explican.
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