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CIUDAD DE MÉXICO., 27 de octubre de 2018.- Tras culminar su administración en el Gobierno de la República el lugar en donde Enrique Peña Nieto se puede “sentir contento” es en Toluca, departiendo con vecinos y visitantes de los portales de la capital mexiquense, considera la escritora y periodista Guadalupe Loaeza.
“Él se siente muy feliz con sus papás, creo que ellos son buenísima onda, entonces él se siente muy contento en los portales de Toluca, él es feliz en Toluca, lo saludarán de lejos, va aparentar ser un hombre sencillo caminado en el centro, se irá comer sus tortas, creo que en su entidad es donde se siente a gusto, porque este país le quedó grande”, afirma la autora del libro el Despeñadero de los Peña.
En entrevista, la articulista de Reforma sostiene que después del 1 de diciembre, la esposa del actual Presidente de la República, Angélica Rivera, La Gaviota, se irá a “volar, quizá a Miami”.
Loeza asegura que los Peña Rivera son una pareja que no tiene diálogo, “no existe complicidad entre ellos, creo que más bien existe un contrato que se agotó después de seis años”.
La escritora México-francesa, quien ha dedicado parte de sus trayectoria en describir la conducta de las clases privilegiadas de México, sostiene que desde 1968 no había existido un Presidente que dejara al país en tan malas condiciones como lo entregará el ex gobernador del Estado de México.
“Cuando digo tan mal me refiero a la violencia, a las muertes, a Ayotzinapa, La Casa Blanca, inseguridad, fosas clandestinas, robo de gasolina, altos índices de impunidad y corrupción, todos los demonios se concentraron en el gobierno de Peña Nieto”, recalca la también autora del libro La Niñas bien, uno de los más vendidos en México.
Angélica Rivera nunca quiso conocer las necesidades de México
Guadalupe Loaeza también refiere que Angélica Rivera prefirió como primera dama del país posar junto a su familia en revistas de sociales en vez de asumir un liderazgo de frente a una sociedad con bastantes necesidades, con la cual nunca se quiso involucrar.
“Creo que es una buena mamá, pero nunca se involucró con el país, nunca se planteó que la sociedad mexicana necesitaba muchas cosas, pudo haber ayudado a las mujeres, a los niños víctimas de violencia o abandonados, a los migrantes, ella pudo haber ayudado, tenía la oportunidad, pudo haber formado un equipo, pero nunca se quiso comprometer, creo yo que en su contrato no estaba eso, porque este solo consistía en acompañar a su marido en viajes oficiales, sonreír, prevaleció en ella la frivolidad y la superficialidad. Creo que nunca supo lo que era el país y nunca tuvo la intención de entenderlo o de ir más allá”, asegura la ganadora en 2015 de la Medalla Rosario Castellanos.
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