México ante su mayor amenaza
Oye, líder ¿tienes miedo?
Entre balas, sustos, reclamos y lágrimas, Culiacán se encuentra en una grave crisis de índole nacional. La seguridad, la confianza y toda la fe que los mexicanos depositaron en la máxima autoridad del Estado mexicano se pone en duda. ¿Dónde quedó la prometida transformación? ¿Qué pasó con las promesas de gobierno?
Aplaudo a las clásicas “mañaneras” de nuestro Presidente de la República. Da una fuerte sensación de transparencia; que periódicamente podamos recibir de primera mano la información que le preocupa al pueblo de México, por parte de Palacio Nacional y a través de los medios de comunicación aumenta la confianza en nuestras autoridades.
Pero, ¿de qué sirve una idea tan buena? ¿De qué sirve todo este esfuerzo, si es desperdiciado por las actitudes presidenciales? Muy frecuentemente recurre a las mismas respuestas: “Por ahí tengo el informe, después te lo paso”; “Yo tengo otros datos”; “Ese asunto le corresponde a (tal) Secretaría”; y un largo etcétera de evasivas.
Hay que reclamar que cumpla con sus principales compromisos de campaña: la transparencia y la confianza que depositamos en él. Ya tuvo una crisis que hizo desconfiar a los inversionistas, entre lo que declara en sus conferencias y las cancelaciones de proyectos como el aeropuerto de Texcoco.
Pero bueno, quiero dejar en claro que esto no es un ataque personal contra el presidente Andrés Manuel, pero hay que reclamar que cumpla con sus compromisos de gobierno. Yo he sido su seguidor en sus actividades políticas, desde allá por 2006, cuando incluso, siendo muy niño participé (bueno, me llevaron) en la resistencia postelectoral contra Felipe Calderón, el famoso plantón de Reforma, donde llegué a corear el “voto por voto, casilla por casilla”. Claro que no he estado de acuerdo con él en todo, pero este hombre en verdad se preocupa por nuestro país.
Tomo este ejemplo de AMLO para que puedas ver cómo tenemos una grave crisis de liderazgo. Hemos perdido la confianza en nuestros líderes, ya no creemos nada de ellos y sentimos que no son capaces. Y súmale a esto que en los últimos años nos hemos vuelto de cristal; todo nos afecta, todo nos ofende, nos sentimos atacados o defendemos algo porque creemos que es atacado. Nuestros líderes han actuado frecuentemente con ineptitud, no quieren actuar ni hablar porque no quieren quedar mal con nadie, no quieren que los ciudadanos se ofendan porque temen perderlos como votantes o que boicoteen su liderazgo.
Retomemos el caso de nuestro jefe de Estado. Cuando se le pregunta en la conferencia matutina del viernes 18 de octubre, éste alega que la responsabilidad del asunto de Culiacán le corresponde a su Gabinete de Seguridad. Está bien, eso es verdad, pero estamos hablando de un problema serio de seguridad nacional. Por lo menos debió de dar un reporte concreto sobre lo que se conocía y lo que se había planeado realizar, no respuestas vagas y todas concluyendo con un: “Mi gabinete de Seguridad dará el reporte completo por la tarde”.
Como adolescente, de verdad me preocupa que no tengamos fuertes personalidades que puedan dirigir una especie que de por sí se está condenando a su extinción, apresurándola cada vez más. Espero que esta generación que está creciendo sepa fortalecerse y salvarnos de la condena a la que nosotros mismos nos estamos encaminando.
Entiende y entendamos todos: nunca se podrá tener feliz a todo el mundo, buscar eso es inútil porque debes de saber que eso nunca va a pasar. Pero oye, mi líder, si tú le tienes miedo a la controversia o a las consecuencias, no tienes el tamaño necesario para liderar. Y vayamos a la raíz del problema; si queremos terminar con las generaciones de cristal, necesitamos que sean formadas correctamente. Mamás, papás, ustedes son los primeros líderes. Hagan su esfuerzo.
Futuros líderes, pónganse cabrones.