Teléfono rojo
Resignificar la menstruación
A mis nueve años tuve mi primera menstruación, aún siendo una niña se me empezó a educar que menstruar es el primer paso para ser mujer y con la reproducción, por lo que me tenía que cuidar de abrir las piernas, ¿pero en serio creen que una niña de nueve años piensa en tener hijos y buscar la adultez?
Y no es que la menstruación no esté relacionada con reproducirse, pero vemos la reproducción desde este discurso patriarcal de ser envases para la gestación de la vida.
La menstruación aún es tema desconocido e incómodo, aún vivimos en una sociedad en donde si te manchas, tienes los ojos puestos sobre ti, como si se tratara de la sangre de un delito y no la sangre de un proceso biológico natural.
Andrés, la regla, mis días, pero pocas veces la llamamos por su nombre, menstruación, como si esta palabra fuera un pecado, porque desde temprana edad empezamos a conocer estos y otros eufemismos al respecto, que alimentan el odio a nuestro ciclo.
Y aunque pareciera que hemos normalizado hablar de menstruación, aún hay conversaciones en las que nos vemos obligadas a decir menstruación en un tono bajito para no incomodar.
El tabú sobre la menstruación se ve reflejado en la falta de políticas públicas para garantizar un ciclo digno y sano.
Este 28 de mayo es el Día de la Higiene Menstrual, de acuerdo con la Unicef, el 43 por ciento de niñas y adolescentes en México prefieren quedarse en casa que ir a la escuela durante su menstruación.
Sólo cinco por ciento de los niños y adolescentes tiene conocimientos precisos sobre la menstruación, lo que los limita a entender los retos que enfrentan las niñas y adolescentes.
Sólo el cinco por ciento de los padres hablan con sus hijas de menstruación; incluso, los médicos sólo inciden siete por ciento en niñas y mujeres adolescentes.
Sólo 16 por ciento de las niñas y mujeres adolescentes cuenta con conocimientos y significados precisos sobre la menstruación. En hombres adolescentes este porcentaje cae al cinco por ciento.
También estima que 500 millones de mujeres carecen de acceso a productos menstruales, como toallas femeninas, copas o tampones, debido a la falta de recursos económicos.
En la Primera Encuesta Nacional de Gestión Menstrual, hecha por la Unicef, Essity y Menstruación Digna México, se arrojó que el 69 por ciento de las mujeres tiene poca o nada de información de cuando les llegó su primera menstruación.
Apenas el 20 por ciento de mujeres que estudian o trabajan no cuenta con la infraestructura necesaria para la gestión menstrual.
Asimismo, indica que el 21 por ciento de las mujeres ha tenido que faltar a sus trabajos o alguna labor importante, debido al dolor y la falta de condiciones.
Existen pendientes como los permisos para faltar al trabajo en días menstruantes, educación menstrual desde el enfoque biológico que es, y no desde un tema únicamente de reproducción, acceso a materiales menstruales en escuelas, centros de trabajos y baños públicos.
Pero por ahora hay que hablar de menstruación como un acto revolucionario que va en contra de lo que nos oprime, para darle voz a lo que vivimos las mujeres con naturalidad, sin sentirnos incómodas o con vergüenza, para dejar de odiar nuestra naturaleza, para resignificar nuestra sangre y validar nuestro dolor.