Inaugura y bendice arzobispo de Acapulco oficinas de Quadratín Guerrero
ACAPULCO, Gro., 2 de junio de 2017.- El profesor del Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados Ignacio Manuel Altamirano de la Universidad Autónoma de Guerrero, Jorge Luis Triana Sánchez aseguró que en Acapulco fracasó la aplicación del Programa Nacional de Prevención de la Delincuencia y la Violencia (Pronapred).
Durante su ponencia en el seminario nacional Las violencias en México: causas, consecuencias y derroteros, Triana Sánchez presentó una investigación que concluyó en que la percepción de violencia sigue siendo alta en cinco colonias de Acapulco, donde fueron invertidos más de 300 millones de pesos de dicho programa federal.
Posteriormente en entrevista criticó que no existen políticas públicas, programas ni acciones para que la sociedad recupere la confianza de salir a la calle, como lo hacía antes de 2007 cuando la situación de violencia era distinta.
“Las personas tardan en asimilar que las condiciones son mejores. El problema que yo evidencié (en la investigación) es que la percepción que tiene la gente de las políticas que se están implementando para mejorar la parte de que se sienta más segura (de) nada te sirve, sobre todo si la gente sigue viviendo con miedo, es un problema severo en Acapulco”, advirtió.
Dijo que los resultados que presentó, corresponde al primer año de investigación de un proyecto radicado en el Instituto, para estudiar el tema de violencia urbana en Guerrero, específicamente de Acapulco.
“Fueron algunos resultados de la percepción de inseguridad en los cinco polígonos que en algún momento el Pronapred definió como prioritarios, que eran Ciudad Renacimiento, Emiliano Zapata, Petaquillas, Progreso y Jardín; recibieron importantes recursos que se canalizaron a través de programas para la prevención social del delito”, apuntó Triana Sánchez.
Cuestionó la “ineficacia de estos programas dado que la población en esos polígonos sigue teniendo una percepción de inseguridad muy alta, sigue modificando sus patrones de comportamiento cotidiano, en el sentido de que ya no sale de noche, no deja a salir a menores de edad que no vayan acompañados, ya no va al cine, cambia los lugares donde hace sus compras, cambia horarios”.
Detalló que de 2013 a 2016 se invirtieron en Acapulco 368 millones de pesos para prevenir el delito. En 2013 y 2014 fueron 99 millones de pesos cada año, en 2015 bajó a 95 millones y en 2016, el último año que se recibió fue de 75 millones, por los recortes presupuestales.
“A grandes rasgos, el problema para que estos programas no dieran resultados fueron de errores de cobertura de las acciones y de muchísimos en el diseño, en el sentido de que las acciones que se implementaban y ocupaban recursos públicos no estaban diseñadas de la manera más adecuada para la realidad que vivía Acapulco”, puntualizó.
Insistió que “la situación de violencia en el estado en general pudo haber llegado a desbordar todas las políticas públicas implementadas, es decir aún suponiendo que las políticas hubieran sido implementadas de manera correcta, la percepción hubiera salido muy alta. Es decir, se gastaron muchos recursos, probablemente, se hubieran gastado el doble, pero la percepción de inseguridad no sería tan distinta”.
En la mesa titulada Violencia, inseguridad y alternativas de contención, experiencias subnacionales, José Luis Triana expuso que probablemente si se revisan los índices delictivos efectivamente hayan disminuido, pero aceptó que el problema es que la percepción no disminuye, porque la gente sigue viviendo con miedo a pesar de que el riesgo de sufrir un delito es más bajo.