
El legado de Pepe Mujica: un ejemplo de honestidad y congruencia
No al ACAMOTO
Prefiero la injusticia, al desorden.
Goethe (1749 – 1832)
(Escritor Alemán, autor de Fausto y
las Aventuras del joven Werther)
El “Aca Moto 2025” se promocionó como una fiesta de motores y adrenalina que reactivaría al golpeado turismo de Acapulco; apenas dos días bastaron para exhibir su verdadera cara: siete, nueve… hasta diez fallecidos, decenas de heridos, embotellamientos interminables, ruido ensordecedor y una imagen internacional de caos que daña a un destino que aún lucha por levantarse del huracán Otis. Lejos de un motor económico, el rally se ha convertido en el ejemplo perfecto de turismo depredador: un evento masivo, mal gestionado, cuyos costos sociales, ambientales y económicos superan con creces los ingresos que promete. Este artículo analiza por qué el Aca Moto debería cancelarse o, al menos, replantearse radicalmente bajo criterios de turismo sostenible.
En menos de 48 horas las cifras de muertos se dispararon: primero cuatro, luego siete, y finalmente ocho personas perdieron la vida en choques y atropellamientos vinculados al convoy de motociclistas que invade cada mayo las principales vías del puerto. Solo el viernes 16 de mayo se registraron tres nuevas víctimas –dos pilotos y una transeúnte– cuando los participantes aceleraban sobre la Costera Miguel Alemán y la Autopista del Sol. La tragedia venía anunciada: la víspera, dos motociclistas habían muerto camino al evento, información confirmada por medios nacionales.
Las imágenes virales de motocicletas circulando sin casco, bloqueando carriles, “acelerando” en zonas peatonales y contaminando con escapes libres exhiben el total descontrol organizativo.
Expertos en planificación turística denominan turismo depredador o eventos turísticos no sustentables a aquellas actividades recreativas que sacrifican la calidad de vida local, el entorno y la reputación del destino a cambio de un beneficio inmediato para unos pocos. Se trata de una forma extrema de overtourism, fenómeno que la Organización Mundial del Turismo (UN Tourism) describe como la saturación que “erosiona los recursos ambientales, presiona la infraestructura y genera rechazo social”. La literatura académica coincide en que estos eventos producen externalidades negativas: ruido, congestión, accidentes, basura, inflación de precios y desplazamiento de residentes. Cuando el transporte motorizado es el protagonista, como en los rallies, los accidentes y la contaminación se vuelven las externalidades más costosas.
La lista de víctimas mortales ya posiciona al Aca Moto como el evento turístico más letal del calendario guerrerense. Cada año, miles de motos de alto cilindraje invaden una infraestructura vial que no fue diseñada para carreras improvisadas ni caballitos a más de 150 km/h. El resultado: derrapes, atropellamientos, carambolas y un uso intensivo de ambulancias y quirófanos que satura el hospital general El Quemado, donde varias personas permanecen entubadas por politraumatismos. El impacto ambiental tampoco es menor. El ruido constante supera los 90 dB, nivel que la OMS asocia con estrés crónico y pérdida auditiva; los escapes abiertos incrementan las partículas PM2.5, agudizando la mala calidad del aire en una bahía con mala ventilación natural.
Además, las playas se cubren de desechos plásticos y latas energéticas abandonadas a la orilla del mar, un patrón observado en otros destinos mexicanos afectados por la turistificación costera. Los organizadores suelen defender el Aca Moto alegando derrama económica. Sin embargo, estudios sobre concentraciones motociclistas revelan que los beneficios se concentran en pocas cadenas hoteleras y bares, mientras la comunidad absorbe los costos de congestión, seguridad y limpieza. Un análisis del rally de Sturgis, EE. UU., estimó costos públicos por 12,200 millones de dólares al considerar accidentes, basura y atención médica durante la pandemia.
Acapulco, con finanzas municipales limitadas y aún en reconstrucción, destina patrullas, agentes viales y brigadas de saneamiento sin recibir retribución proporcional. Es dinero que deja de invertirse en escuelas, drenaje o vivienda post-Otis. El turismo depredador también espanta a visitantes familiares de mayor poder adquisitivo, que buscan tranquilidad y seguridad. Un destino que cada mayo se vuelve escenario de muertes y caos reduce su competitividad frente a otras playas del Pacífico. Daño reputacional hoy; menos reservas mañana.
Durante la semana del evento, residentes deben convivir con bocinazos nocturnos, calles cerradas y precios inflados en gasolina y restaurantes. La privatización del espacio público para “rodadas” masivas restringe el libre tránsito y exacerba la percepción de impunidad, un factor clave en la turismofobia descrita en estudios comparados de Toledo y San Martín de los Andes. La desigualdad entre locales que sufren las externalidades y foráneos que disfrutan la fiesta sin reglas alimenta el resentimiento y erosiona el tejido comunitario, como advierte la teoría del intercambio social aplicada al turismo.
Frente a este panorama, urge que las autoridades estatales y municipales:
1. Suspendan el formato actual del evento hasta contar con un plan de gestión de riesgos avalado por Protección Civil y la Secretaría de Medio Ambiente.
2. Limiten el aforo vehicular, exijan silenciadores certificados y establezcan zonas específicas para exhibiciones de acrobacia, lejos de áreas residenciales.
3. Internalicen costos mediante un impuesto ambiental y una póliza de seguro obligatoria que cubra daños a terceros y limpieza urbana, principio recomendado por estudios de externalidades en transporte.
4. Diversifiquen la oferta turística hacia eventos culturales, deportivos no motorizados y experiencias ecoturísticas alineadas con los 17 ODS de la ONU; la propia UN Tourism enfatiza que la sostenibilidad es el único camino para destinos competitivos.
El Aca Moto ya no es un asunto de gustos ni de afición por las motos; es un problema de salud pública, de derechos de la comunidad y de imagen turística. Mientras el saldo de muertos crece y las calles se convierten en pistas de carreras, Acapulco arriesga décadas de esfuerzo por reposicionarse como destino seguro y sostenible. Seguir tolerándolo sin cambios es perpetuar un modelo de turismo destructivo que mata personas, degrada el medio ambiente y empobrece a la ciudad. La lección es clara: el futuro del turismo no puede seguir acelerando a 150 km/h en calles urbanas; debe avanzar con el ritmo sereno de la responsabilidad y el respeto al lugar que lo acoge. Cerremos con esta cita de Edmund Burke: El buen orden es la base de todas las cosas.
Recordemos que solamente Juntos Logramos Generar: Propuestas y Soluciones.