Teléfono rojo
La pandemia
Es indudable que la naturaleza que aquí nos circunda es implacable, terrible, a pesar de su belleza. Pero los que en medio de ella viven la consideran menos mala, más tratable, que los espantos y sobresaltos, las crueldades frías, las amenazas siempre renovadas, del mundo de allá. Aquí, las plagas, los padecimientos posibles, los peligros naturales, son aceptados de antemano: forman parte de un orden que tiene sus rigores. La creación no es algo divertido, y todos lo admiten por instinto, aceptando el papel asignado a cada cual en la vasta tragedia de lo creado.
Alejo Carpentier (Los pasos perdidos – Escritor cubano) (1904-1980).
Aclaro, antes de continuar, que como no soy médico y mi formación es principalmente administrativa, empresarial y política. Trataré de hacer un análisis de los hechos, relacionado con las áreas de conocimiento que conozco. En cuanto al coronavirus (Covid 19) se exactamente lo mismo que ustedes, a través de los medios de comunicación, las recomendaciones de la OMS, del Sector Salud y las indicaciones actuales que ha girado la Secretaría de Educación Pública y el Gobierno Estatal.
Hagamos una breve retrospectiva histórica. Las epidemias siempre han existido, de hecho, el ser humano en sus orígenes, cuando pasamos por la etapa de cazadores-recolectores y vagábamos por la tierra (nómadas) nos congregábamos en pequeñas bandas que no podían sufrir epidemias. Unas de las primeras epidemias que produjeron desazón al ser humano, no fueron las propias, sino la de sus animales de granja, de un día para otro, prácticamente, morían por decenas las aves de corral, o el ganado porcino o vacuno que se tuviera confinado y en cautividad, lo que mermaba no solamente utilidades, sino que afectaba la misma posibilidad de supervivencia, hemos conseguido derrotar la gran mayoría de las enfermedades contagiosas más letales, y hemos dominado a las bacterias y otros microorganismos e incluso los hemos puesto al servicio del ser humano. Hoy contamos con bacterias que producen medicinas, fabrican enzimas, hormonas, hasta combustible y además que compiten con otras para matar a las bacterias patógenas.
Las epidemias las encontramos en la Biblia (algunas de las cuales, definitivamente califican como epidemias) y en otros libros aún de mayor antigüedad. Tucídides, nos relata cómo en el segundo año de la guerra del Peloponeso, en el año 430 a.C. una peste (así le llamaban a cualquier enfermedad infecto-contagiosa) asoló la Magna Grecia, entrando por Etiopía, atravesando Egipto y Libia, llegando al mundo Griego, la ciudad más afectada fue Atenas, que se encontraba abarrotada y produjo la muerte de entre 50,000 a 300,000 habitantes (se cree que pudo haber sido simplemente fiebre tifoidea).
Uno de los fallecidos fue el Gran Pericles, que dio su nombre a un siglo.
La imposibilidad de reponer a tiempo su población, fue sin duda una condicionante, para que perdiera la guerra la Liga de Delos (encabezada por Atenas) y que ganara la Liga del Peloponeso, encabezada por Esparta, además debió haber ayudado para la dominación macedónica, que afortunadamente para la civilización occidental, logró unificar a Grecia bajo el mando de Filipo II y después de su hijo Alejandro III (Magno) en la lucha contra Persia.
Otra de las grandes plagas, ya en la época romana, fue la Peste Antonina, que tuvo entre sus víctimas a Marco Aurelio, fue devastadora en la capital, Roma, y se extendió por toda Italia llegando incluso a las Galias. Entre otros síntomas, la peste causaba ardor en los ojos y en la boca, sed y abrasamiento interior, fetidez en el aliento, piel enrojecida, tos violenta, gangrenas, delirios y muerte a los nueve días (esta descripción es de Galeno). Se calculan cinco millones de víctimas.
Durante la campaña germana, Marco Aurelio escribió en griego su obra filosófica Meditaciones. En un pasaje, el IX, 2, afirma que incluso la peste que le rodea es menos letal que la falsedad, la mala conducta y la falta de un verdadero entendimiento. Mientras agonizaba, Marco Aurelio pronunció estas palabras: No lloréis por mí. Pensad en la pestilencia y la muerte de tantos otros.
No podemos dejar de mencionar la peste negra o peste bubónica, que ha producido tres pandemias, la del 541 d. C., la que se dio entre 1346 y 1353, que produjo la muerte de casi la tercera parte de la población Europea y su última aparición entre 1855 y 1959, donde produjo en ese tiempo 12 millones de muertes, de los cuales 10 millones fueron en la India y eso que desde 1894, logró aislarse el germen que la producía.
Otra gran plaga fue la viruela (hoy erradicada), que ayudó a los españoles a diezmar a la población indígena en América (aproximadamente un tercio de la población sucumbió a esta plaga) y una de las más recientes, la Influenza Española, que produjo la muerte de cerca de 50 millones de personas a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. La última plaga, el VIH que ha cobrado la vida, hasta el momento en los últimos cuarenta años de cerca de 40 millones de personas, y donde la tasa de mortalidad se ha reducido, al descubrirse tratamiento eficaz.
¿Qué es lo que nos preocupa de las enfermedades infecciosas? Que hay un poco de magia, que el enemigo no se ve, es casi omnipresente, puede estar en cualquier parte y mientras no haya desarrollo de vacunas, o tratamientos eficaces, tenemos miedo. Es normal.
¿Qué hacer ahora? Seguir las recomendaciones del sector salud, de la OMS, entender que, si se requiere un período de cuarentena, hay que hacerlo. Aunque esto vaya en contra de nuestros intereses económicos, es necesario decir que lo ideal es permanecer en casa. En México estamos ya por iniciar la Fase II, (los pacientes son contagiados localmente). Lo grave es que, si llegamos a la Fase III, nuestro sistema de salud, puede verse rebasado, actualmente los servicios de salud están lidiando con el miedo y la paranoia de la población, pero pronto lucharán contra el exceso de casos, si no hacemos lo que debemos de hacer. Solidarizarnos y practicar el mayor aislamiento posible, así como seguir las medidas higiénicas del lavado de manos y/o la utilización del gel antibacterial.
Vamos a salir adelante. Estoy seguro de ello porque conozco a mi país (y aquí me refiero a todas y todos los mexicanos) que podemos ser solidarios y disciplinados si el caso lo amerita.
Sobre las afectaciones económicas que pueden generarse, lo dejaremos para otra colaboración. Seguramente el tema dará para otras aportaciones. Muchas gracias y cuídense. Se los digo de todo corazón.
Juntos Lograremos Generar, Propuestas y Soluciones.
JLG.