
Foro Político
En los últimos días, la presidenta ha elogiado públicamente el trabajo Omar García Harfuch, Mario Delgado y Rommel Pacheco, este último reconocido no una, sino en al menos dos ocasiones consecutivas durante la conferencia matutina.
El exclavadista y ahora director, avanza con pasos medidos pero firmes, y sus esfuerzos ya empiezan a reflejarse en el desarrollo del deporte nacional.
Sin embargo, estos reconocimientos públicos no suceden en el vacío. Mientras Pacheco recibe aplausos, otros actores políticos se encuentran en la mira, ya sea por circunstancias inevitables o por estrategias de señalamiento que no parecen del todo fortuitas.
Un ejemplo claro es la reciente referencia a la gobernadora de Guanajuato, con quien la presidenta anunció que se reunirá, subrayando que su estado ocupa el primer lugar en homicidios dolosos. Un mensaje que, aunque necesario en términos de seguridad, no deja de tener una carga política evidente.
Y mientras algunos son reconocidos y otros expuestos, la presidenta misma enfrenta momentos incómodos en público. Tal fue el caso del evento del pasado domingo en el Zócalo, donde Ricardo Monreal, Manuel Velasco y Luisa María Alcalde optaron por tomarse una fotografía con Andy López Beltrán, hijo del expresidente, ignorando a la mandataria en pleno acto.
Esta imagen, más que una simple anécdota, refleja las tensiones y dinámicas internas del movimiento que llevó a la presidenta al poder. En política, los gestos importan tanto como las palabras.
Reconocer los avances de Rommel Pacheco es justo, pero hacerlo repetidamente en un contexto donde otros son cuestionados o ignorados en público deja entrever una narrativa cuidadosamente tejida. Al final, en la arena política, cada aplauso y cada desaire cuentan su propia historia.