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ACAPULCO, Gro., 7 de marzo de 2025.- Para la cineasta documentalista guerrerense, Candelaria Palma Marcelino narrar la cotidianidad de los Bienes Comunales de Cacahuatepec, no sólo es retratar la pobreza, la marginación y la segregación en la que viven sus habitantes, sino que se da cuenta, mediante sus películas, de personajes que en su cotidianidad son ejemplo en los pueblos.
La primera película documental de la afro indígena acapulqueña, Rojo, será proyectada en salas de la Cineteca Nacional como parte de la Muestra de cine de artistas indígenas este 8 y 9 en Chapultepec y, el 12 de marzo en Xoco.
En entrevista con Quadratín Guerrero, Palma Marcelino habló de cómo insiste en mostrar la realidad que han vivido sus ancestras en la zona rural de Acapulco, donde han roto esquemas y roles impuestos desde una sociedad racista, misógina y machista.
No obstante al asumir su camino en el arte, desde el lenguaje cinematográfico, reconoció que también se enfrenta a la carencia y falta de recursos.
A pesar de que su nombre ha traspasado fronteras, Cande Palma, dijo que la falta subsidios para producir cine en Guerrero, pospone sus proyectos para retratar las realidades alejadas de la pomposidad de la emergente actividad turística de Acapulco, ciudad que ahora vive un proceso de reconstrucción como polo comercial que poco vuelve la vista a la zona rural y a las comunidades que ella ama y reconoce como parte de sí.
Recordó que desde 2017 ha hecho cine, pero se asumió como cineasta apenas hace un año que terminó la universidad.
En la víspera de la proyección de su documental Rojo en la Cineteca Nacional como parte de la exhibición Cineastas indígenas, explicó que su trabajo muestra historias personales que retratan el lugar en el que creció, en un contexto violento en el que dibuja a personajes que ella denominó luz, porque han buscado que el mundo cambie.
La película Flores de mi tierra, es acerca de su madre, en la que habla de cómo es ser mujer dentro de su comunidad, en los Bienes Comunales de Cacahuatepec y que han marcado las vidas de las mujeres en varias generaciones, pues a pesar de las limitantes en la distancia, las carencias económicas, ella se ha dedicado al arte.
“Pude salir de ese círculo de lo que la mujer debe ser, como tener hijos, casarse y otros cánones impuestos por la sociedad, pero que, a diferencia de mi madre, he conseguido dedicarme al arte”, contó.
Para la cineasta el descubrimiento del cine como herramienta de expresión, la confrontó además a romper estereotipos y roles establecidos para las mujeres, pues como la hija menor de la familia, a ella le correspondería cuidar a sus padres, dos adultos mayores que vivirían sus años de vejez en casa, en la zona rural de Acapulco.
Sin embargo, gracias a su primer película Rojo, sus padres entendieron qué es el cine documental y qué hacía ella en la calle.
Fue gracias a la beca Jenkins-Del Toro en 2019 que logró adentrarse en el 7mo arte
, formarse en Cuba y tender una red de contactos con los que se amplía la posibilidad de seguir en la línea temática que le importa.
“Somos familias de bajos recursos y el grupo al que pertenezco, me trajo a Acapulco. Quería estudiar Ciencias Ambientales pero no pude hacerlo y terminé inscrita en Ciencias de la Comunicación”, dijo.
Fue en Ciencias de la Comunicación donde le atrajo la narrativa cinematográfica para contar las historias de los personajes de su pueblo, aunque tampoco logró concluir esa carrera.
Pero su interés por seguir aprendiendo y profesionalizar su narrativa, la llevó a participar en la primera convocatoria de Ambulante Más Allá en Guadalajara, para exhibir documentales y que incluyó parte de su proceso formativo.
“Nunca dimensioné todo lo que pasó. ¿Qué ocurrió cuando volví a mi pueblo? Los niños me pedían fotos porque eso fue una noticia internacional, que en muchos programas estaba mi foto y ese premio en mi comunidad fue un logro”, narró.
Aunque reconoció que desconoce el impacto tras su regreso de Cuba, país que la cobijó en otra nueva etapa de capacitación, pues apenas en 2021 para aprender herramientas y, regresó para contar historias en el lugar que quiere.
“Me he planteado ese reto, el no quererme ir de Guerrero porque siento que mis películas están aquí. Tengo alianzas con gente de México y de otros países para obtener los financiamientos, en lo local no hay, el arte está totalmente olvidado, pero sigo en esa resistencia porque siento que he logrado cosas que nunca dimensioné como el poder capacitarme, estudiar fuera o aquí con dependencias e instituciones como Netflix, lo que me parece que fue importante”, expusó.
Segura de no caer en el extranjerismo y contar una historia que desconoce, ha intentado mantenerse involucrada en muchos temas de Guerrero, con organizaciones civiles y actividades comunitarias.
“Nunca pensé en ir a ver mi película en la Cineteca, tampoco pensé en ver una película en una pantalla gigante que te cambia la experiencia, eso es hermoso”, confesó.