México ante su mayor amenaza
Con el arribo del populismo las elecciones dejan de ser un relevo regular en el gobierno. Ahora se presenta, incluso en democracias consolidadas, no sólo el surgimiento de candidatos disruptivos, también el arribo de proyectos de gobierno de ruptura, de transformación radical, incluso con el riesgo de minar al sistema democrático que les ha dado origen. Es un fenómeno que se extiende en el mundo y que significa la amenaza mayor a la democracia. En 2018 fue México, ahora es la elección intermedia en EU.
Los anticuerpos a la enfermedad dependen de la fortaleza de las instituciones públicas, sociales y privadas que contienen el abuso al poder. Importa mucho la división de poderes, el vigor opositor y no menos la fortaleza de las libertades -particularmente la de expresión- y las condiciones del debate público cotidiano. El silencio o la omisión puede significar que impere no sólo la voluntad de algunos, sino que la devastación de la democracia se acompañe de consenso.
Lo inédito de estos tiempos es lo mucho que se juega en la elección. En EU, una mayoría republicana en la Cámara de Representantes plantea retos mayores no sólo en términos de políticas públicas y la relación del país con el mundo y, desde luego, con sus vecinos al sur, especialmente México. La relación desigual con un poderoso vecino con una parte del Congreso dominada por la xenofobia y la paranoia plantea un escenario preocupante. Se pensaba que el peso electoral del voto latino llevaría a la moderación y a una mejor relación con México. No ha ocurrido así, y singular de estos momentos es la irrupción del trumpismo sin Trump, donde ganadores comparten la convicción sobre la elección fraudulenta de J. Biden; es decir, que la democracia en EU no es tal.
México vive su propia experiencia populista. El golpe que se intenta desde el poder contra la institucionalidad democrática es mayúsculo. Amenaza minar los procesos que garantizan el sufragio efectivo, además del fuerte impacto contra el pluralismo por un esquema de integración de Cámaras que margina a las fuerzas minoritarias y provoca una severa sobrerrepresentación de la minoría mayor, en términos tales que podría modificar la Constitución por sí misma, rompiendo en lo sucesivo con el principio de que las reglas del juego democrático deben realizarse en el marco del consenso.
No todo lo disruptivo en política es populismo, pero toda experiencia populista es disruptiva. Tampoco todo proyecto de izquierda es populista. El arribo reciente de programas progresistas en Brasil, Chile y Colombia suscriben su compromiso con las prácticas e instituciones de la democracia liberal, además el contexto de pluralidad y de libertades políticas acota el ejercicio del poder presidencial. Se intentan cambios profundos en el marco de las instituciones democráticas, donde la capacidad para negociar, incluir y sumar abre las posibilidades del cambio.
El arribo de los republicanos al Congreso norteamericano presenta un problema mayor para el presidente Biden. Su agenda legislativa y la aprobación del presupuesto se verán afectados; además, su mandato será política y jurídicamente cuestionado. Sin embargo, la ola conservadora no fue lo que se esperaba y no necesariamente significa el regreso de Donald Trump a la presidencia, tampoco la derrota de los demócratas en 2024.
México igualmente habrá de renovar su mapa de poder en 2024. Pensable y deseable es que ocurra en el marco de las mismas reglas del juego y que la propuesta del presidente López Obrador sea rechazada en lo fundamental por la oposición, así como que los comicios de 2023 tengan lugar en el marco de una deseable normalidad.
El próximo año se renovará parcialmente el Consejo General del INE. Se espera que el acuerdo en la Cámara de Diputados apruebe propuestas que aporten a la imparcialidad y al profesionalismo, como ocurrió en la legislatura pasada en la que el oficialismo tenía mayoría calificada. Es fundamental la confiabilidad de las instituciones electorales y la manera en que los votos dan lugar a órganos razonablemente representativos y, más aún, que el impulso transformador no se vuelva contra la democracia.