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SAN MIGUEL TOTOLAPAN, Gro., 21 de marzo de 2021.- Los pobladores del Ejido de Ciénega de Puerto Alegre, en la sierra del municipio de San Miguel Totolapan, están dispuestos a dar la vida para proteger sus bosques e impedir el saqueo de la madera en esa región.
En este lugar de la Tierra Caliente, se han llevado de manera ilegal maderas preciosas con destino a Japón, China e incluso se hablar de que la madera ha servido para fabricar yates, acabados de vehículos de lujo y duelas, que han sido llevadas a Estados Unidos. Se estima que tan sólo en ejido existan unas 10 mil hectáreas de bosques.
En 2015, un estudio hecho en conjunto con la Comisión Nacional Forestal (Conafor), arrojó que el bosque tenía un deterioro del 60 por ciento, lo que obligaba urgentemente a aprovechar los recursos madereros de la zona y abrir paso a una nueva etapa de reforestación.
Un año después, autoridades ambientales otorgaron al ejido, un permiso de aprovechamiento de los recursos para un periodo de hasta 10 años y en 2018, el proyecto finalmente inició con la organización de los pobladores, aunque estas estas actividades se frenaron unos meses después, por falta de recursos y por el hostigamiento de los grupos criminales.
El ejido señala directamente a un grupo de criminal conocido como Los Tlacos, provenientes del municipio del General Heliodoro Castillo como los principales generadores de violencia en la región, junto con la Familia Michoacana.
Ambos grupos, han visto en los bosques una nueva forma de financiar sus actividades criminales para conservar el poder en esas zonas, dejando de lado la principal fuente de ingresos, que era la siembra y trasiego de enervantes.
Las comunidades que conforman el Ejido de Ciénega de Puerto Alegre, también tienen como fuente de ingresos la siembra de amapola, lo que también les afectó a sus bolsillos porque desde hace al menos un par de años el precio de la goma de opio cayó.
El kilo de goma de opio que llegó a venderse hasta 30 mil pesos, ahora es vendida en menos de 12 mil pesos. Ahora son más los campesinos que voltean a ver hacia otros cultivos, como el de aguacate para sacar adelante a sus familias.
Algunos de los jefes de familias, quienes se reservan sus nombres, comentan que por generaciones sus antepasados no les enseñaron otra cosa más que sembrar amapola y que se quedaron con la idea de que esa plantita como la llaman, sería suficiente para sostener a sus familias. Recuerdan que en los años sesentas llegaron sinaloenses a la región a proponerles que sembraran amapola, un cultivo que les traería buenas ganancias.
Incluso en el Ejido llegaron a sembrarse hasta siete mil hectáreas de amapola; en la actualidad es menos de una tercera parte, y precisamente con la explotación de los recursos, se tenía planteado disminuir hasta en un 50 por ciento la siembra de cultivos ilegales.
Ahora, las comunidades que forman parte del Observatorio por la Paz y el Desarrollo de la Sierra proponen un foro, al que asistan líderes de las comunidades y organismos internacionales para hablar sobre la defensa de los recursos naturales.
Según Filiberto García Radilla, quien se desempeña como asesor del Observatorio y del Ejido, otro de los temas que deben ser traídos a la mesa, es la cancelación de las concesiones otorgadas en anteriores gobiernos para explotar zonas de la sierra, como es el caso de la minería.
El objetivo es que se pacifique a la Sierra, pero que realmente sean los pobladores quienes sean convocados a estas reuniones con autoridades de gobierno, y no únicamente que sean quienes las conformen los funcionarios.
Otro de los puntos, urgentes que entrarían a la agenda sería el desplazamiento forzado a causa de la violencia, ya que estiman que unas ocho mil personas estén en estas condiciones.
En los últimos meses, comunidades de municipios como Chilpancingo, Coyuca de Catalán y San Miguel Totolapan, han denunciado públicamente el saqueo ilegal de sus bosques.
En diciembre, el Ejido de Ciénega de Puerto Alegre, detuvo el primer intento de saqueo de talamontes, ahora, tres meses después de aquellos sucesos, los pobladores no sólo amagan con detener al que intente irrumpir en sus bosques, sino con incendiar vehículos que tengan la intensión de descender madera de sus tierras.
Armados con escopetas, con un frío intenso, están dispuestos a todo por proteger sus pueblos y sus recursos naturales.