Relevo municipal
¿No entienden que ya se acabó?
En recuerdo de mi hermano Jacques que nació un día como éste de 1935 y murió hace quince años con gran valentía el 16 de agosto de 2003 de un cáncer irremediable. “Es indudable que las impresiones de la niñez resisten al tiempo, a los dolores y a las convulsiones de la vida”, bien dijo Ignacio Manuel Altamirano.
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El tiempo a transcurrir de la elección presidencial a la toma de posesión (esta vez entre el 1 de julio y el 1 de diciembre de 2018) se dedicaba en el pasado al famoso “besamanos”. Pura y total adulación al nuevo dios dizque electo para obtener puestos y prebendas. Hoy es diferente. Para los perdedores de la actual efectiva elección se trata de seguir combatiendo al ganador, de volcar toda la amargura del sonado fracaso y el coraje por el triunfo de otro sistema de gobierno, emanado ahora sí de una impactante mayoría popular. Es cuestión de utilizar cualquier palabra, errática o no de AMLO, para tildar de pentontos a los más de 30 millones de mexicanos que votamos por él de verdad. Nos creen ignorantes de la situación del país y de lo que requiere. Ellos, los apaleados, “sí saben”.
Aunque no se haya siquiera sentado aún en La Silla, lo que dice se tergiversa y mucho se considera peligroso. ¿Para qué? ¿Acaso quieren impugnar la elección? Pues lero, lero, no pueden, chicos… de mente. ¿No entienden que YA SE ACABÓ su reinado saqueador del país?
Bancarrota
Hay muchos ejemplos, pero uno en especial suscitó la rabia mal escondida de los más ricotes, mejor dicho, de los enriquecidos por el PRI y luego por el PRIAN. Fue la palabra “bancarrota” en labios del presidente electo. Se pusieron como locos y dijeron que “se está curando en salud porque no va a poder”. Les dolió porque es desde luego la mayor y veraz crítica hacia el antiguo régimen al que pertenecieron y que los cobijó. Si no es bancarrota la de un régimen que “fabricó” 60 millones de pobres, que se cargó de deudas y robos multimillonarios en todos los lustros neoliberales ¿qué es? Estado fallido, que antes del neoliberalismo llevó sin embargo a México a crecer mucho más del mediocre dos por ciento. Fue de ocho por ciento en tiempos ¡de Díaz Ordaz! La inútil propaganda actual de Peña Nieto nos sigue azotando. Pero, ¿creen que la población es idiota?
¿Qué no hay quien sepa y recuerde que se destruyó la industria mexicana verdadera, que las empresas nacionales medias y pequeñas tuvieron que cerrar o venderse en las últimas décadas para dar paso a transnacionales aliadas a los gobiernos mexicanos? Empresarios como Claudio X González, que se ha chupado a través de Kimberley Clark el agua del Bajío para fabricar ay, ay, ay, “kleenex”, dijo destilando placer: “López Obrador empieza a matizar que no podrá cumplir con todo porque no hay suficientes recursos”. Pues claro si los recursos se los roban en sueldazos absurdos los funcionarios, se compran como siempre casotas, se alían con extranjeros en la fabricación en Deer Park, Texas, de gasolina con nuestro crudo (Salinas), si disponen ellos de cualquier dispendio para esquilmarnos mejor, etc. Pero el Peje simplemente se sonó con un conservador kleenex y lo tiró a la basura. De hecho ya se adelantó a cumplir con las promesas de campaña, pero dijo que la bancarrota no le permitirá hacerlo con todas las demandas de la gente, puesto que como bien dice Claudio X. González, no hay bastantes recursos por las citadas razones.
¡Pero los bancos no están en bancarrota!
Los que no están en bancarrota son los banqueros “en” México “no de” México, pues casi todos los bancos aquí son extranjeros y ganan mucho más que en su país de origen y que en otros. México es en ese sentido su paraíso. Lo mantenemos nosotros los ciento veintintantos millones de mexicanos que Sí estamos en bancarrota (me apunto) y no obstante nos vemos obligados a pagar SUS bancos por varias generaciones. Fue Felipe Calderón, el presidente espurio (2006-2012) al que el PRIAN escogió finalmente para perpetrar lo que la revista Proceso señaló como “el mayor fraude a la Nación”, y debería ir a la cárcel por eso (y mucho más), sin embargo fue el presidente Ernesto Zedillo el que lo aceptó y también debería ir al bote, pero es gringo y vive en Estados Unidos, protegido por ese país en recompensa de lo que hizo por él.
Fobaproa
Robaproa, término definitorio, es el tema de un libro de Andrés Manuel López Obrador. El México prianista dio la oportunidad a los bancos extranjeros de “salvarnos”, es decir de ganar más dinero a costillas de los mexicanos que en cualquier otro país, incluyendo el original de los propios bancos, repito e insisto. Y hoy son los que opinan y mandan. Que México no está en bancarrota, dicen. Pero no dicen cuál México. Por ahí debe tener la editorial Grijalbo (una de las editoras absorbidas por Random House) un libro sobre ese tema gravoso del Fobaproa. Sería bueno releerlo o reeditarlo, es uno de los mayores pesos que cargamos sobre nuestras espaldas todos los mexicanos. Lo pagaríamos por varias generaciones, dijo en su estudio López Obrador. ¿En cuál generación pagatoria de los bancos extranjeros vamos ya?
Si no quiere Random House republicarlo pues hoy, hablando de bancos, su director en México se apellida Rothschild, apelemos a la secretaria de la Cultura del nuevo gobierno, Alejandra Frausto, pues es un libro de Historia de México, no de grilla pasajera. ¿Podría revertir el nuevo gobierno esa invasión bancaria del país?