Sin mucho ruido
El sofista Anaya
Los filósofos griegos verdaderos, que construyeron una de las culturas básicas del planeta a fuerza de buscar la verdad, por lo visto y oído a propósito del “debate” que no lo fue, son totalmente desconocidos para la gente de la televisión y la radio mexicanas. Pero a los que sí podrían conocer ya que los imitan tan bien es a los “sofistas”.
Sócrates, Platón y Aristóteles, pensaban que los sofistas eran unos seres detestables porque aunque se expresaban bien, prostituyeron La Palabra al ponerla al servicio de sus intereses personales o grupales, sin importarles nada más. Poner el talento al servicio de malas y falsas causas es algo deleznable y peligroso ya que la gente embebida por su buena oratoria, se corrompía e iba poco a poco deformándose y rindiendo pleitesía a la Mentira, pero bien dicha. Ese es el principal mérito sofista.
A estos sí los conocen los políticos mexicanos y rebien. Y desde luego los locutores nacionales a su servicio y sin duda con muy buena paga. Los que escuchamos el domingo, pero hay que decir que los tres periodistas hicieron un buen esfuerzo para detener a la jauría que evidentemente estaba prevista. Por cierto, sofismo es lo que está haciendo el buen escritor ex peruano Vargas Llosa, y los que leíamos y apreciábamos sus libros antes de que Perú le negara la presidencia de su país, no podemos soportarlo en su cambio de chaqueta, pues es obvio que hoy escribe por resentimiento. No se le quita lo buen escritor, sino lo buen pensador. La forma ahí va, pero el fondo se trastocó. Y eso es lo que a larga queda e importa más.
Tienen que leer, amigos, al gran filósofo mexicano Ramón Kuri Camacho cuyo currículum no me cabe ni en varios artículos. Esto recibí ayer de su lúcida pluma:
Ramón Kuri Camacho
Extraigo el párrafo siguiente de un artículo del filósofo mexicano Ramón Kuri Camacho y si a él las palabras de un desconocido le inspiraron su gran artículo en mi página de Face completo a partir de mañana si no la encuentran antes) a mí las suyas me inspiraron éste para ustedes, y me instan a leer a Kuri Camacho lo más posible de hoy en adelante como una luz y un reposo de tanta tontería de otros. Recomiendo su lectura a mis compañeros escritores y periodistas libres y desde luego a los ignaros políticos que tenemos para que sepan que hoy a los sofistas, los mexicanos les pondrán un límite definitivo:
No ganó el debate, pero solitario ante el continuismo de los cuatro se ganó el corazón de los mexicanos.
“Éstas son las palabras con las que un desconocido mexicano inicia su comentario sobre el debate llevado a cabo el domingo 22 de abril. Meditando sobre su reflexión, me he quedado con la imagen de un AMLO silencioso que recoge sus papeles del piso, da media vuelta y se aleja caminando con paso lento, como si ese paso lento, ese andar pesado significara tantas cosas de nuestro país. Le pesan, en efecto, tantos años, tantas luchas, tantas batallas como nos pesan nuestros pecados, el peso de tantas aflicciones, sufrimientos, dolores, pobrezas y desigualdades de la nación mexicana. La carga de la fragilidad y condición humana, sus errores, faltas, equivocaciones. Y, no obstante, millones de mexicanos siguieron y siguen a este hombre canoso, viejo, sobrio y cansado. Esa salida silenciosa, callada, honorable y digna (frente a la indignidad de los 4 adversarios que lo habían atacado, que quizás se burlaban de él) significó y significa mucho para el pueblo mexicano. Es la dignidad de un hombre que carga sobre sus espaldas la responsabilidad de tantos mexicanos que creen en él, que están dispuestos a luchar con él. Esa salida silenciosa (señala el compatriota desconocido) “fue la parte más dramática de esa noche”. “Demostró que estuvo ahí pero no junto ni revuelto con las otras cuatro versiones del continuismo en México”. Los 4, en efecto, se le fueron encima porque los 4 representan la continuidad del sistema”.
Aparte de atacar a Andrés Manuel López Obrador ¿qué dijeron los de la jauría? ¿Qué propusieron, además de cortar la mano a los ladrones, como hacen los musulmanes, lo que dejaría a los políticos mexicanos como un regimiento de mancos? El cacareado “vencedor”, Ricardo Anaya, es un buen ejemplo de sofista, pero no logró hacer olvidar la frase aristotélica: “El sabio no dice todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice”. No es el caso de Anaya.