El presupuesto es un laberinto
Julio, mes del cambio universal
El 14 de julio de 1789, inicio de la Revolución Francesa, es una fecha que plasmó la divisa “Liberté, Egalité, Fraternité” y conmovió al mundo de entonces. Es la fecha de la toma de la prisión llamada La Bastille, símbolo de la monarquía absoluta. Muchos otros países se basarían en esas tres bellas palabras que significaban – y significan hoy todavía- una nueva realidad social y política, dado que en realidad mínimos son los países que cumplen con esa justa definición.
Abrirían también camino al Continente Americano para independizarse de los conquistadores europeos: Latinoamérica, de España y Portugal. La independencia anterior de Estados Unidos, país que se liberó de Inglaterra el 4 de julio 1776 tuvo también su base en La Enciclopedia, elaborada en el siglo XVIII por un grupo de escritores, filósofos y políticos franceses (o no), pero congregados bajo ese mismo sueño de la humanidad de Libertad, Igualdad, Fraternidad y por ende JUSTICIA.
Capitaneados por Diderot y D’Alembert, los más populares de esos intelectuales, entre otros filósofos, “luchadores sociales” franceses, fueron Montesquieu, Voltaire y Rousseau (suizo), gente que se enfrentó a la dictadura eclesiástica que manejaba a las monarquías. Mientras Francia se sacudía la suya, y se convertía en república, los ingleses seguían siendo monárquicos, pero cambiaron el catolicismo por un sui generis protestantismo que convino al rey Enrique VIII que cambiaba de esposa como de camisa. Los españoles, ellos sí, se aferraron a la Iglesia católica y a la monarquía, hasta que la república española se instaló en el poder lamentablemente sólo 3 años, de 1936 a l939, y los franquistas respondieron con una atroz y sangrienta guerra que impulsó a ese gran grupo a emigrar, entre otros países al México de Cárdenas, que los recibió con los brazos abiertos.
Se acabó en Francia el endiosamiento de unos cuantos seres humanos a los que presuntamente Dios mismo los había sentado en sus respectivos tronos con toda la riqueza y privilegios, a costillas naturalmente de los pueblos, más o menos esclavizados.
CELEBRACIONES
El 4 de julio USA cumplió 242 años de su independencia con su loco tuitero presidente preconizando la desaparición en menos de los diarios más famosos del país, el New York Times y el Washington Post, y además llamando a la invasión de Venezuela, peleando con China y hasta con “sus aliados europeos”. A la que hizo bien en jalarle las orejas es a Theresa May, Primera Ministra del Reino Unido, que lo metió en el lío del Brexit.
Hoy Francia celebra 229 años del 14 de julio inicial. Y mañana su equipo de futbol, -Bonne chance, les Bleus!- enfrenta en Moscú a la valiente Croacia, por cierto, nazi durante la II Guerra Mundial (si les interesa la historia croata, les recomiendo el tomo II Venecia de Mapamundi 2013 en Libros del Sol , de la página 13 a 17, pues estuve en Croacia, curiosamente después de las elecciones que se robó Calderón en México en 2006.
Y en México celebramos el 1 de julio 2018, la primera elección verdadera, sorprendentemente pacífica gracias a la asistencia a las urnas del pueblo de México en masa. Una votación de 30 millones, se sabría después, de votos por Morena. Andrés Manuel López Obrador derrotó a priori a sus adversarios prianistas evitando así no sólo el consuetudinario fraude sino una posible revolución si esta vez también osaban hacer trampa.
No les faltaron ganas sin duda, pero los que votamos por Morena fuimos demasiados para poderse salir el PRIAN con su acostumbrado robo electoral. Y, claro, ahora se suben, al carro del vencedor para no verse tan chinches. O, qué risa, muchos siguen haciendo campaña contra el presidente electo al que vienen a visitar los altos funcionarios de Estados Unidos, nada menos que a su casa de campaña.
Algunos hasta parecen tratarlo de idiota y de paso a nosotros, los 30 millones, algunos jóvenes ignorantes de la historia y prepotentes, o el muy groserote Lozano, al servicio de tipos siniestros como Larrea, aunque ya no le dicen “peligro para México”, pues la victoria ha organizado hasta al dólar que en lugar de dispararse, se calmó. Y hasta provocó la visita de altos enviados de Estados Unidos, encabezados por el secretario de Estado, mister Pompeo y de Kushner, el yerno de Trump, a la casa de campaña de López Obrador. Todo eso lo propiciamos nosotros, ciudadanos despiertos. ¿Qué tal? Claro, algún mérito tiene Andrés Manuel con su insistencia de décadas en cambiar ese PRI que conoce muy bien por haber pertenecido a sus filas, ese PRD que también conoce y que se desvirtuó con Los Chuchos, etc. Del PAN, ni hablo. Los ya mundialmente famosos electores mexicanos del 2018, estamos dispuestos a tirar a la basura, ahora sí, definitivamente, a los que nada más se sirven del poder para robarnos y ser los peores Santannas.
Periodistas corruptos cuyos gritos han sostenido a lo largo de décadas a estos asaltantes del poder a los que hoy rechazó el pueblo, son exhibidos en las redes sociales con tamaño chayote en vez de rostro y están dando salida a su frustración por la derrota histórica que como si sus gritos tuvieran algún efecto en la gente. Los de Radiofórmula, los de Milenio (uno que se nota encarbonado al tope es Carlos Marín). Mi amigo y ex vecino Joaquín López Dóriga que quién sabe qué habrá dicho porque en los meses pasados no escuché Radiofórmula y preferí cualquier canal extranjero, libre de sospecha. En todo, el candidato López Obrador era “el bueno”. En suma, esta vez la radio y TV nacionales no sirvieron, más que para hundir a los partidos que nos han visto la cara. Mi pésame a los PPP (periodistas pre pagados).
Pronto veremos cómo funciona nuestro nuevo orden que, espero, no tenga que deberle al Nuevo Orden Mundial que está acabando con América Latina. Esperemos que México, que no se puede mudar de casa y tiene que sufrir una vecindad gravosa, pueda irse salvando del FMI, la CIA y demás yerbas y salvando también a amigos del Sur. Por lo pronto Andrés Manuel parece saber cómo hacerlo. Crucemos los dedos. El reto es muy fuerte.